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PADRE PIO SUBIDO A LOS ALTARES - ETAPA 18

La pregunta que constituye el título de esta sección, creada por la Oficina de Redes Sociales de los Frailes Menores Capuchinos de San Giovanni Rotondo, no es nueva.
"The Facts of Padre Pio", este es el título de la columna, se transmite todos los días durante la novena, en PADRE PIO TV, dentro del contenedor "festival especial de San Pio".
Esta pregunta ya fue planteada por fr. Gerardo Di Flumeri, vice postulador de la causa de beatificación y canonización. Diez años después de la muerte del Padre Pio, Fra Gerardo en la revista Voce di Padre Pio en septiembre de 1978 expresó un escepticismo sustancial hacia quienes respondieron afirmativamente a esta pregunta. A pesar de esto, el postulador adjunto presentó dos hechos que, sin embargo, no le parecieron convincentes.
A lo largo de los años, sin embargo, durante el proceso de canonización y beatificación se han recopilado una serie de testimonios que difícilmente podrían etiquetarse con el epíteto de "coincidencias".
La columna, "Los hechos del Padre Pio", cuenta estas anécdotas que reconstruyen lo que sucedió a través de los testimonios del proceso y las entrevistas tomadas del Archivo de Tele Radio Padre Pio.











El 2 de mayo de 1999, Piazza San Pietro y via della Conciliazione fueron insuficientes para contener el número de devotos que se reservaron para la solemne concelebración eucarística de la beatificación del Padre Pío de Pietrelcina. Se organizaron otras dos celebraciones, paralelas a la del Papa, en el cementerio de Santa Maria delle Grazie en San Giovanni Rotondo y en el cementerio de la Basílica de San Giovanni en Laterano.

Los números dieron razón a los pronósticos: 150 mil fieles entre la plaza de San Pedro y la Via della Conciliazione; 60 mil fieles en San Giovanni Rotondo y 80 mil fieles al pie de la Basílica de San Giovanni in Laterano

El 2 de mayo de 1999, a las 9.30 de la mañana, un largo aplauso saludó la entrada del Papa Juan Pablo II. Su andar, tambaleante e incierto, recordaba al del Padre Pío. Estaba visiblemente emocionado de ver la plaza de San Pedro y el camino de la reconciliación nunca se llenó de mí. Había esperado durante años para este día y su expresión revelaba una emoción indescriptible. La increíble multitud continuó aplaudiendo.

Con voz temblorosa, Juan Pablo II presentó la celebración de la beatificación del Padre Pío de Pietrelcina y dirigió el saludo a todos, luego el nombre del Padre Pío en los labios del Papa provocó otro aplauso interminable.

Juan Pablo II pronunció la fórmula para la beatificación. Eran las 9:58 de la mañana del 2 de mayo de 1999. El Padre Pío fue Bendito. Los fieles al unísono respondieron: "Amén, Aleluya". Mientras tanto, la sábana que ocultaba el tapiz se levantó. En el centro del andamio, se descubrió la imagen del Beato Pío de Pietrelcina para la restauración de la fachada de la basílica, con sus ojos profundos y serenos, la sonrisa que acababa de dibujar, su expresión amable y paternal. Fue un momento indescriptible. La plaza parecía haberse vuelto loca.

Todos exultaban ondeando foulas, sombreros, banderas multicolores. En las grandes pantallas de la plaza, se podían ver escenas similares provenientes de las otras dos celebraciones. En el último mes de mayo del milenio, el quinto domingo de Pascua, se grabó la "venganza de Dios", como señaló un comentarista de televisión, y también el regalo de la virgen María al Padre Pío.





















CANONIZACIÓN DEL BEATO PÍO DE PIETRELCINA

HOMILÍA DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
Plaza de San Pedro, domingo 16 de junio de 2002

1. "Mi yugo es suave y mi carga ligera" (Mt 11, 30).

Las palabras de Jesús a los discípulos que acabamos de escuchar nos ayudan a comprender el mensaje más importante de esta solemne celebración. En efecto, en cierto sentido, podemos considerarlas como una magnífica síntesis de toda la existencia del padre Pío de Pietrelcina, hoy proclamado santo. La imagen evangélica del "yugo" evoca las numerosas pruebas que el humilde capuchino de San Giovanni Rotondo tuvo que afrontar. Hoy contemplamos en él cuán suave es el "yugo" de Cristo y cuán ligera es realmente su carga cuando se lleva con amor fiel. La vida y la misión del padre Pío testimonian que las dificultades y los dolores, si se aceptan por amor, se transforman en un camino privilegiado de santidad, que se abre a perspectivas de un bien mayor, que sólo el Señor conoce.

2. "En cuanto a mí, Dios me libre de gloriarme si no es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo" (Ga 6, 14).

¿No es precisamente el "gloriarse de la cruz" lo que más resplandece en el padre Pío? ¡Cuán actual es la espiritualidad de la cruz que vivió el humilde capuchino de Pietrelcina! Nuestro tiempo necesita redescubrir su valor para abrir el corazón a la esperanza. En toda su existencia buscó una identificación cada vez mayor con Cristo crucificado, pues tenía una conciencia muy clara de haber sido llamado a colaborar de modo peculiar en la obra de la redención. Sin esta referencia constante a la cruz no se comprende su santidad. En el plan de Dios, la cruz constituye el verdadero instrumento de salvación para toda la humanidad y el camino propuesto explícitamente por el Señor a cuantos quieren seguirlo (cf. Mc 16, 24). Lo comprendió muy bien el santo fraile del Gargano, el cual, en la fiesta de la Asunción de 1914, escribió:  "Para alcanzar nuestro fin último es necesario seguir al divino Guía, que quiere conducir al alma elegida sólo a través del camino recorrido por él, es decir, por el de la abnegación y el de la cruz" (Epistolario II, p. 155).

3. "Yo soy el Señor, que hago misericordia" (Jr 9, 23).

El padre Pío fue generoso dispensador de la misericordia divina, poniéndose a disposición de todos a través de la acogida, de la dirección espiritual y especialmente de la administración del sacramento de la penitencia. También yo, durante mi juventud, tuve el privilegio de aprovechar su disponibilidad hacia los penitentes. El ministerio del confesonario, que constituye uno de los rasgos distintivos de su apostolado, atraía a multitudes innumerables de fieles al convento de San Giovanni Rotondo. Aunque aquel singular confesor trataba a los peregrinos con aparente dureza, estos, tomando conciencia de la gravedad del pecado y sinceramente arrepentidos, volvían casi siempre para recibir el abrazo pacificador del perdón sacramental. Ojalá que su ejemplo anime a los sacerdotes a desempeñar con alegría y asiduidad este ministerio, tan importante también hoy, como reafirmé en la Carta a los sacerdotes con ocasión del pasado Jueves santo.

4. "Tú, Señor, eres mi único bien".

Así hemos cantado en el Salmo responsorial. Con estas palabras el nuevo santo nos invita a poner a Dios por encima de todas las cosas, a considerarlo nuestro único y sumo bien. En efecto, la razón última de la eficacia apostólica del padre Pío, la raíz profunda de tan gran fecundidad espiritual se encuentra en la íntima y constante unión con Dios, de la que eran elocuentes testimonios las largas horas pasadas en oración y en el confesonario. Solía repetir:  "Soy un pobre fraile que ora", convencido de que "la oración es la mejor arma que tenemos, una llave que abre el Corazón de Dios". Esta característica fundamental de su espiritualidad continúa en los "Grupos de oración" fundados por él, que ofrecen a la Iglesia y a la sociedad la formidable contribución de una oración incesante y confiada. Además de la oración, el padre Pío realizaba una intensa actividad caritativa, de la que es extraordinaria expresión la "Casa de alivio del sufrimiento". Oración y caridad:  he aquí una síntesis muy concreta  de la enseñanza del padre Pío, que hoy se vuelve a proponer a todos.

5. "Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque (...) has revelado estas cosas a los pequeños" (Mt 11, 25).

¡Cuán apropiadas resultan estas palabras de Jesús, cuando te las aplicamos a ti, humilde y amado padre Pío! Enséñanos también a nosotros, te lo pedimos, la humildad de corazón, para ser considerados entre los pequeños del Evangelio, a los que el Padre prometió revelar los misterios de su Reino. Ayúdanos a orar sin cansarnos jamás, con la certeza de que Dios conoce lo que necesitamos, antes de que se lo pidamos. Alcánzanos una mirada de fe capaz de reconocer prontamente en los pobres y en los que sufren el rostro mismo de Jesús. Sostennos en la hora de la lucha y de la prueba y, si caemos, haz que experimentemos la alegría del sacramento del perdón. Transmítenos tu tierna devoción a María, Madre de Jesús y Madre nuestra. Acompáñanos en la peregrinación terrena hacia la patria feliz, a donde esperamos llegar también nosotros para contemplar eternamente la gloria del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.



En la considerada canonización más multitudinaria de la historia de la Iglesia, Juan Pablo II proclamó hoy santo en el Vaticano al religioso capuchino italiano Padre Pío de Pietrelcina, conocido como el fraile de los estigmas y venerado por millones de personas en todo el mundo. Desafiando a un implacable sol de justicia, con temperaturas quesuperaron los 35 grados, seis o siete más de lo normal en esta épocaen Roma, y a la fuerte humedad, más de 300.000 personas abarrotaronla plaza de San Pedro y calles adyacentes para asistir al momento enque Juan Pablo II proclamó santo al fraile del que es un gran devotoy que se asegura le profetizó que sería elegido Papa. El Pontífice -que le visitó en 1947 en su convento de SanGiovanni Rotondo, sur de Italia, cuando era un simple cura polacoque estudiaba en Roma y oró ante su tumba en 1974 cuando eraarzobispo de Cracovia y en 1987 ya como Papa- resaltó del Padre Pío(1887-1968) el orgullo que sentía por la Cruz, su espiritualidad, elestar siempre disponible para los demás y su vida de oración ypenitencia. "El Padre Pío ha sido un generoso distribuidor de la misericordiadivina. El ministerio de la confesión, que distinguió su apostolado,atrajo a grandes gentíos hasta San Giovanni Rotondo", dijo el Papadurante la homilía, recordando que él mismo se confesó con elfraile, "aquel singular confesor que trataba a los fieles conaparente dureza". Y es que el Padre Pío, de quien se asegura que tenía el don deescrutar en el corazón de las personas, negó muchas veces laabsolución a los que se confesaban con él al descubrir que leestaban ocultando pecados. Una vez arrepentidos de verdad, lesabrazaba. Juan Pablo II agregó que a las plegarias e innumerables horasdedicadas a la confesión, el Padre Pío también cultivó la caridad,que se puede ver en la "Casa del Alivio del Sufrimiento", construidaen San Giovanni Rotondo para asistir a los más necesitados y que hoyes uno de los más importantes centros sanitarios del sur de Italia. La construcción de esa casa -unido a los fenómenos extraordinarios de los estigmas que registró durante su vida en manos, pies y costado- le costó muchas críticas e incomprensiones por parte de algunos sectores del Vaticano. Ante las numerosas denuncias contra él, el Santo Oficio le abrióen 1931 una investigación y le sometió a una especie de "arrestodomiciliario", con la prohibición de contactar con los fieles y conla sola autorización de celebrar misa en privado. El castigo durócasi tres años. Entre las muchas cosas que se dijeron de él, varios enviados delVaticano escribieron que era un "ignorante", un "psicopático", un"liante" y "uno que se maltrataba físicamente". Se le acusó también de estar detrás de negocios turbiosrelacionados con la "Casa del Alivio del Sufrimiento", sufragada conel dinero enviado por miles de devotos. Cuando fue beatificado por Juan Pablo II en 1999, el Pontíficerecordó los sufrimientos pasados, afirmando que "algunas vecessucede en la historia de la santidad que el elegido es objeto deincomprensiones". A la ceremonia de hoy asistieron las dos personas italianas quese curaron gracias a la intercesión del fraile, milagros que le hanllevado a los altares y al culto de la Iglesia Universal (Juan PabloII fijó hoy el 23 de septiembre como la fecha de la festividad deSan Pío de Pietrelcina). Se trata de Consiglia de Martino, que se curó en 1992 de manerainexplicable de una rotura de un vaso linfático que la llevabairremediablemente a la muerte, y el niño Matteo Colella, que hoytiene casi diez años y que hace dos entró en coma irreversible poruna meningitis fulminante. El niño fue llevado por sus padres a la celda del fraile, en elconvento capuchino, donde rezaron desesperadamente por su vida.Matteo curó de forma inexplicable a los pocas horas. Hoy el pequeñorecibió la comunión y la bendición papal. A la canonización también acudió Wanda Poltawska, una psiquiatrapolaca amiga de Juan Pablo II. En 1963 Karol Wojtyla, envió unacarta a Padre Pío para que intercediera por ella, enferma de uncáncer en la garganta. La mujer sanó al poco tiempo de manera inexplicable para la ciencia. Juan Pablo II presentaba hoy buen aspecto, a pesar del fuertecalor que tuvo que soportar durante las varias horas que duró laceremonia. Ofició la misa, proclamó santo a Padre Pío con voz fuertey se atrevió a cantar en varios momentos de la ceremonia. Al final, subido en el "papamóvil" recorrió la plaza de San Pedroy las calles adyacentes para saludar a las decenas de miles defieles llegados desde toda Italia y lugares como Chile o NuevaZelanda, que aguantaron estoicamente durante horas el calor reinantey tuvieron incluso que ser regados con mangueras de agua para evitarque sufrieran lipotimias o deshidrataciones. En San Giovanni Rotondo más de 60.000 devotos se congregaron enesta jornada inolvidable. El santuario es el tercero más visitado.








  EL PAPA FRANCISCO ACLAMA AL PADRE PIO

“Que el testimonio de san Pío de Pietrelcina nos anime a vivir las Bienaventuranzas a través de la oración y las obras de misericordia”. “¡Donemos la vida con alegría en el servicio, para dar a conocer a todos que Jesucristo es nuestra única esperanza!”. Estos son los tweets publicados por el Papa Francisco en su cuenta de Twitter @Pontifex hoy, en la memoria litúrgica del santo italiano.





El confesor del Papa que conoció al Padre Pío y será Cardenal a los 96 años

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