Queridos hermanos en Cristo y devotos de San Pío:
Se acerca la celebración del nacimiento humano del Hijo de Dios, el Mesías prometido y esperado por los antiguos Padres, el cual entra en la historia del hombre en silencio, visitado solamente por humildes pastores advertidos por los ángeles.
Es un nacimiento ocurrido en el silencio para enseñarnos a mirar con prudencia las ilusiones de los honores del mundo, ocurrido en la pobreza para hacernos entender que las riquezas terrenas no son frutos del amor.

Para cambiar nuestra existencia, el Niño Jesús escoge un nacimiento humilde y pobre en oposición a las conductas humanas, invitándonos a volvernos “niños de espíritu” para iniciar un nuevo camino que lleva a amar, comunicar, ser entendido y entender.
Escuchemos por lo tanto el mensaje que llega desde el cielo acogiendo al Niño Jesús con un corazón nuevo, vacío de la soberbia, avaricia y vanidad cuyos efectos son la violencia, el deseo de poseer cada vez más riquezas materiales y poder, es decir, males causados por el pecado que afligen el mundo.
Siempre Padre Pío en el Epistolario III, pág. 1009, escribe: “Al Niño celeste le falta todo para que nosotros aprendamos de Él la renuncia a los bienes y a la comodidad terrena; Él se complace en los humildes y pobres adoradores para invitarnos a amar la pobreza y preferir la compañía de los pequeños y de los sencillos a aquella de los grandes del mundo…
Ofrezcámosle todo nuestro corazón sin reserva alguna, y prometámosle seguir las enseñanzas que llegan a nosotros desde la gruta de Belén, que nos predican que todo aquí es vanidad de vanidad, nada más que vanidad”.

gestos sencillos que encienden una pequeña luz que, como en la gruta del pesebre, aclara las tinieblas presentes.
Les deseamos una Feliz y Santa Navidad y un Feliz Año Nuevo, para ustedes, sus familias y todos los seres queridos.