Un Obispo Italiano recuerda cómo Nuestra Señora de Fátima hizo un viaje especial para ayudar a un hijo predilecto que estaba completamente dedicado a sus mensajes.
La mayoría de las personas conocen a Nuestra Señora de Fátima. La mayoría también ha escuchado hablar de San Pío de Pietrelcina. Pero ¿cuántos saben que el Padre Pío estaba gravemente enfermo, acostado en cama y que Nuestra Señora de Fátima lo visitó para curarlo?
El acontecimiento milagroso ocurrió en 1959. Esa primavera, la imagen de Nuestra Señora de Fátima había viajado desde Portugal para hacer varias paradas alrededor de las capitales provinciales de Italia, por lo cual San Giovanni Rotondo parecía predestinada a ser excluida. Viajando en helicóptero, la imagen de Nuestra Señora debería haber ido a Foggia donde el Obispo Paolo Carta había preparado una bienvenida, pero ella se desvió.
Más tarde, como Obispo Emérito, en 1997 contaría la historia y la Devoción que tuvo el Padre Pío por Nuestra Señora de Fátima.
Devoción del Padre Pío a la Virgen de Fátima
El Obispo recordó las peticiones de Nuestra Señora de Fátima y dijo que podía afirmar que en el medio siglo que siguió, nadie en la Iglesia ha dado una respuesta más completa [a esas peticiones] que el Padre Pío. La ansiedad maternal del Inmaculado Corazón de María por las almas que iban al infierno había invadido profunda y completamente el corazón del Padre Pío, que hizo de su vida un gran sacrificio a nuestro Señor para arrebatar a las almas de la condenación eterna.
El Obispo señaló que en Fátima, Nuestra Señora pidió especialmente la oración del Rosario. «¿Y quién podía contar las horas que el Padre Pío dedicó a la oración por la conversión y salvación de los pecadores? ... Y con cuánta insistencia amorosa nos recomendó el Rosario a todos como medio de salvación».
Además, el Obispo señaló los innumerables actos de mortificación, penitencias y sufrimientos para salvar almas del infierno que el Padre Pío practicaba en respuesta a lo que Nuestra Señora pedía.
«Esta respuesta heroica del Padre Pío merecía un signo de atención maternal de Nuestra Señora», señaló. «Y la señal [fue] maravillosa».
La visita de María a San Giovanni Rotondo
La imagen peregrina de Nuestra Señora de Fátima de Portugal estaba programada para detenerse en la gran ciudad de Foggia. El Monasterio de San Giovanni Rotondo estaba dentro de la Diócesis de Foggia, pero el Padre Pío estaba gravemente enfermo de pleuresía, incapaz de siquiera celebrar la Santa Misa del 5 de Mayo [–fecha en que se conmemoraba la inauguración de su “Casa de Alivio del Sufrimiento” –], y mucho menos ir a Foggia. Aquí estaba los primeros días de agosto [en] que la imagen iba a llegar, y el Padre Pio permanecía postrado.
«Pero ¿podría la Madre con un Corazón Inmaculado tan sensible y delicado no visitar a su querido hijo, el Padre Pío?», explicó el Obispo Carta.
De alguna manera el cambio en el programa ocurrió. La imagen no iría a Foggia sino a San Giovanni Rotondo en su lugar. La alegría llenó el aire mientras la gente se reunía en el Monasterio. Con la ayuda de un altavoz, el Padre Pío pudo prepararlos para la llegada de la imagen el 6 de agosto.
Ese 6 de agosto por la mañana, el Padre Pío logró bajar a la iglesia. Se las arregló para acercarse a la imagen de Nuestra Señora, «pero tuvo que sentarse porque estaba agotado, y le dio un rosario de oro», observó el Obispo Carta. «La imagen fue bajada ante su rostro y fue capaz de besarla. Fue un gesto simbólico muy cariñoso».
Esa misma tarde, entre las dos y las tres, la imagen de Nuestra Señora de Fátima estaba de nuevo en el helicóptero, lista para viajar a la siguiente parada. Partiendo de la “Casa para el Alivio del Sufrimiento” –que fue construida a partir de la idea y la inspiración del Padre Pio y abierto el 5 de Mayo de 1956–, el helicóptero dio tres vueltas alrededor del Convento y la Iglesia, antes de volar a su siguiente parada, […] para saludar al Padre Pío.
La Sorpresa del Padre
El Obispo Carta describió cómo «desde una ventana el Padre Pio miró el helicóptero volar con los ojos llenos de lágrimas. Con la imagen de Nuestra Señora en vuelo, el Padre Pío se lamentó con una confianza que era suya: “Mi Señora, mi Madre, has venido a Italia y me he enfermado, ahora te vas y me dejas enfermo”».
Pero cuando el helicóptero estaba dando vueltas, sintió un estremecimiento, una sacudida, a través de su cuerpo. El Obispo repitió lo que el Padre Pío diría por el resto de su vida: «En ese instante sentí una especie de estremecimiento en mis huesos que me curó inmediatamente».
El Obispo añadió las palabras de su padre espiritual, que confirmó el acontecimiento diciendo: «En un momento el Padre [Pío] sintió una fuerza misteriosa en su cuerpo y dijo a sus cohermanos: “Estoy curado”. Estaba sano y fuerte como nunca antes en su vida».
Fray Francesco Napolitano, que trabajaba con el Santo Fraile, dijo: «Estuve presente en la escena y puedo testificar que el Padre Pio nunca se sintió tan sano como lo hizo después de la partida de la imagen de Nuestra Señora de Fátima».
Cuando el Santo Fraile fue informado de un artículo en el periódico “Foggia” preguntando por qué la imagen de Nuestra Señora de Fátima fue a San Giovanni Rotondo en lugar del Santuario de San Miguel en Monte Sant'Angelo en Foggia, el Obispo Carta repite simplemente que Nuestra Señora vino aquí porque quería curar al Padre Pío.
Tres días después de su visita, estaba de vuelta celebrando la Misa
El Obispo tuvo su propia idea de por qué Nuestra Señora de Fátima llegó al Monasterio del Santo Franciscano Capuchino. «Me gusta añadir que ella también vino por el ejemplo de la devoción ardiente del Padre Pío, y su prodigiosa recuperación despertaría en Italia y en el mundo un ferviente aumento de amor y confianza hacia el Inmaculado Corazón de María».
El Obispo Carta vio este llamamiento celestial como un recordatorio, añadiendo que «de este maravilloso episodio debemos hacer una sagrada resolución de crecer siempre en esta devoción con una generosa respuesta al mensaje de Fátima, recitando fervientemente el Rosario todos los días, orando y ofreciendo nuestros sufrimientos por la conversión de los pecadores, recibiendo la Comunión los primeros sábados del mes con la esperanza de que las palabras consoladoras se hagan realidad para nosotros: “Prometo salvación a todos aquellos que practican la Devoción a mi Inmaculado Corazón. Estas almas serán muy queridas para Dios, y como flores las pondré delante de su trono”».
Por su respuesta a su mensaje y peticiones, el Padre Pío es como un ramo entero.
fuente: (NCR/InfoCatólica/FVN)