Padre Pío, siempre creyó en el amor, y así trataba de trasmitirlo a todos sus dirigidos, que creyeran en el amor que Dios les
tenía. Pero Padre Pío, tuvo también muchas tentaciones en su
vida, y en ocasiones sentía a Dios lejos de él, sentía como si Dios
se hubiera enfadado, su sensibilidad se sentía perturbada, pero
mantenía la fe, aunque fuera en la oscuridad.
Adorar a Jesús, nos
ayuda a ejercitar la fe, y la esperanza, porque yo espero en su día
unirme a Jesús en el cielo, con todos los santos, con todos mis
hermanos, en una felicidad inimaginable, y si yo estoy esperando
eso, tengo una prenda de esa vida futura, en ese pedazo de pan,
que oculta la presencia del mismo Jesús, es como decir, esto es
una prenda de lo que te espera, es un enorme consuelo que tenemos los cristianos, de tener la Eucaristía, en la comunión, pero
también en la adoración.
A mi me gusta mucho poder adorar a Jesús, expuesto en la
custodia, es muy bonito, y parece como que lo notas más, y te
ayuda, pero no en todos los lugares se suele exponer a Nuestro
Señor en la custodia, también Nuestro Señor, está en el Sagrario,
aunque no lo vea, y también allí es digno de todo amor y de toda
adoración. Adorar a Jesús en la Eucaristía también es un signo de
amor, de reparación, de consolación a Jesús, es decir, yo no te
veo, pero a veces te siento, te quiero y quiero estar contigo, a pesar de todos los pesares, quiero estar contigo en nombre de todos
aquellos que no comprenden tu presencia entre nosotros, que no
comprenden tu amor, quiero estar contigo, quiero reparar, quiero
consolarte, ésta es también una oración muy bonita que podemos
ofrecer a Jesús, cuando lo adoramos.
Muchas veces nuestra relación con Dios, con lo sagrado, es una relación un poco utilitaria,
para que Dios me ayude, me conceda, me saque de mis aprietos, y
de mis apuros.