PEREGRINAJE VIRTUAL A SAN GIOVANNI ROTONDO - INTRODUCCION




Padre Pío de Pietrelcina nació el 25 de mayo de 1887 en Pietrelcina, archidiócesis de Benevento, hijo de Grazio Forgione y de María Giuseppa De Nunzio. Fue bautizado al día siguiente recibiendo el nombre de Francisco. A los 12 años recibió el Sacramento de la Confirmación y la Primera Comunión. El 6 de enero de 1903, cuando contaba 16 años, entró en el noviciado de la orden de los Frailes Menores Capuchinos en Morcone, donde el 22 del mismo mes vistió el hábito franciscano y recibió el nombre de Fray Pío. Acabado el año de noviciado, emitió la profesión de los votos simples y el 27 de enero de 1907 la profesión solemne. Después de la ordenación sacerdotal, recibida el 10 de agosto de 1910 en Benevento, por motivos de salud permaneció en su familia hasta 1916. En septiembre del mismo año fue enviado al Convento de San Giovanni Rotondo y permaneció allí hasta su muerte. Enardecido por el amor a Dios y al prójimo, Padre Pío vivió en plenitud la vocación de colaborar en la redención del hombre, según la misión especial que caracterizó toda su vida y que llevó a cabo mediante la dirección espiritual de los fieles, la reconciliación sacramental de los penitentes y la celebración de la Eucaristía. El momento cumbre de su actividad apostólica era aquél en el que celebraba la Santa Misa. Los fieles que participaban en la misma percibían la altura y profundidad de su espiritualidad. En el orden de la caridad social se comprometió en aliviar los dolores y las miserias de tantas familias, especialmente con la fundación de la «Casa del Alivio del Sufrimiento», inaugurada el 5 de mayo de 1956. Para el Siervo de Dios la fe era la vida: quería y hacía todo a la luz de la fe. Estuvo dedicado asiduamente a la oración. Pasaba el día y gran parte de la noche en coloquio con Dios. Decía: «En los libros buscamos a Dios, en la oración lo encontramos. La oración es la llave que abre el corazón de Dios». La fe lo llevó siempre a la aceptación de la voluntad misteriosa de Dios. Estuvo siempre inmerso en las realidades sobrenaturales. No era solamente el hombre de la esperanza y de la confianza total en Dios, sino que infundía, con las palabras y el ejemplo, estas virtudes en todos aquellos que se le acercaban. El amor de Dios le llenaba totalmente, colmando todas sus esperanzas; la caridad era el principio inspirador de su jornada: amar a Dios y hacerlo amar. Su preocupación particular: crecer y hacer crecer en la caridad. Expresó el máximo de su caridad hacia el prójimo acogiendo, por más de 50 años, a muchísimas personas que acudían a su ministerio y a su confesionario, recibiendo su consejo y su consuelo. Era como un asedio: lo buscaban en la iglesia, en la sacristía y en el convento. Y él se daba a todos, haciendo renacer la fe, distribuyendo la gracia y llevando luz. Pero especialmente en los pobres, en quienes sufrían y en los enfermos, él veía la imagen de Cristo y se entregaba especialmente a ellos.Ejerció de modo ejemplar la virtud de la prudencia, obraba y aconsejaba a la luz de Dios. Su preocupación era la gloria de Dios y el bien de las almas. Trató a todos con justicia, con lealtad y gran respeto. Brilló en él la luz de la fortaleza. Comprendió bien pronto que su camino era el de la Cruz y lo aceptó inmediatamente con valor y por amor. Experimentó durante muchos años los sufrimientos del alma. Durante años soportó los dolores de sus llagas con admirable serenidad. Aceptó en silencio las numerosas intervenciones de las Autoridades y calló siempre ante las calumnias. Recurrió habitualmente a la mortificación para conseguir la virtud de la templanza, de acuerdo con el estilo franciscano. Era templado en la mentalidad y en el modo de vivir. Consciente de los compromisos adquiridos con la vida consagrada, observó con generosidad los votos profesados. Obedeció en todo las órdenes de sus superiores, incluso cuando eran difíciles. Su obediencia era sobrenatural en la intención, universal en la extensión e integral en su realización. Vivió el espíritu de pobreza con total desprendimiento de sí mismo, de los bienes terrenos, de las comodidades y de los honores. Tuvo siempre una gran predilección por la virtud de la castidad. Su comportamiento fue modesto en todas partes y con todos. Se consideraba sinceramente inútil, indigno de los dones de Dios, lleno de miserias y a la vez de favores divinos. En medio de tanta admiración del mundo, repetía: «Quiero ser sólo un pobre fraile que reza». Su salud, desde la juventud, no fue muy robusta y, especialmente, en los últimos años de su vida, empeoró rápidamente. La hermana muerte lo sorprendió preparado y sereno el 23 de septiembre de 1968, a los 81 años de edad. La concurrencia a su funeral fue extraordinaria. El 20 de febrero de 1971, apenas tres años después de la muerte del Siervo de Dios, Pablo VI, dirigiéndose a los Superiores de la orden Capuchina, dijo de él: «!Mirad qué fama ha tenido, qué clientela mundial ha reunido en torno a sí! Pero, ¿por qué? ¿Tal vez porque era un filósofo? ¿Porqué era un sabio? ¿Porqué tenía medios a su disposición? Porque celebraba la Misa con humildad, confesaba desde la mañana a la noche, y era, es difícil decirlo, un representante visible de las llagas de Nuestro Señor. Era un hombre de oración y de sufrimiento». Ya durante su vida gozó de notable fama de santidad, debida a sus virtudes, a su espíritu de oración, de sacrificio y de entrega total al bien de las almas. En los años siguientes a su muerte, la fama de santidad y de milagros creció constantemente, llegando a ser un fenómeno eclesial extendido por todo el mundo y a toda clase de personas. De este modo, Dios manifestaba a la Iglesia su voluntad de glorificar en la tierra a su Siervo fiel. 




La construcción de la iglesia de Santa Maria de las Gracias y del convento de San Giovanni Rotondo, se inició en 1538 por obra de los habitantes de San giovanni rotondo (FG), con la aprobación del Obispo de Siponto, el cardenal Giovanni Maria del monte, San Sabino (papa Julio III). Iniciaron su construcción en 1540 y la finalizaron en julio de 1676. El 1° de febrero de 1557 alojó a San Camillo de Lellis. Antes de entrar podemos admirar sobre la puerta una luneta, elemento arquitectónico en forma de medio círculo, donde están representados la figura de la Virgen y el niño, San Francesco y San Miguel Arcàngel. Entrando a la capilla de frente, vislumbramos el altar y una estupenda pintura de la Virgen de las Gracias; este cuadro es parte de un tríptico con San Giovanni Battista, patrón de San Giovanni Rotondo y San Paolo. A la derecha se encuentra un pequeño altar con la estatua de San Francisco, que entre 1945 y 1959, utilizaba Padre Pio para las celebraciones eucarísticas. Está rodeado de una barandilla para permitirle al santo celebrar, y para impedir que los fieles se acercasen demasiado a El. Al lado se encuentra el altar de San Felice de Cantalice en el cual se encuentra un lienzo pintado al óleo que representa a la Virgen que entrega el niño a San Felice y dos ángeles para coronarlo de rosas. El altar de la inmaculada lo encontramos a la izquierda, entre el presbítero y el confesionario, donde domina un cuadro al óleo en el que se ve “El padre eterno cubriendo con un manto a la virgen”. Hay también varias pinturas murales (frescos) de diferentes órdenes franciscanas en el cielo raso de la iglesia. Una última cosa particular para ver en la antigua capilla es el crucifijo del coro, donde Padre Pio se dirigía siempre que terminaba la eucaristía para hacer la plegaria de acción de gracias. Para verlo de cerca es necesario hacer un recorrido que inicia desde la cripta de la nueva iglesia de Santa Maria de las Gracias. Desde el 30 de octubre del 2002 en esta iglesia es posible tener la indulgencia plenaria que establece la posibilidad de cancelar la pena temporal de un pecado; en otras palabras los pecados que se deberían cumplir en la tierra con oraciones y penitencias, o en la otra vida con el purgatorio. El pecado tiene, en efecto, dos consecuencias: la condena eterna- que se cancela con la confesión- y precisamente, la pena temporal. La indulgencia plenaria permite, a quien se beneficie, liberarse de las consecuencias del pecado no purificado de las confesiones. Para adquirir indulgencia plenaria es necesario cumplir tres condiciones: confesión sacramental, comunión eucarística y oración según la intención del sumo pontífice. Se requiere que sea excluida cualquier afección al pecado, incluso venial. Pueden beneficiarse todos los creyentes que visitan piadosamente la iglesia Santa Maria de las Gracias y participar de cualquier celebración en honor a San Pio: - En la solemnidad del día del titular de la iglesia (el 9 de septiembre) - la víspera de la memoria litúrgica de San Pio de Pietrelcina el (23 de septiembre) - una vez al año, en un día elegido por los fieles o también cada vez que acceden en grupo, como peregrinos.




Proyecto del arquitecto Giuseppe Gentile de Boiano(CB), la construcción de la iglesia se inicia el 2 de julio de 1956. Fue consagrada el 1 de junio de 1959. Sobre la fachada de la nueva iglesia, de travertino marmolado, se ve la estatua de la Virgen de las Gracias (2,80 metros de altura y con un peso de 46 kilos ) que ha sido puesta allí el 25 de febrero de 1959. Es una obra del escultor Antonio Bassi de Trani. Apenas se entra en la iglesia, te acoge una estatua de bronce de san pio con los brazos abiertos, obra del escultor Nicola Arrighini. El interior de la iglesia cuenta con tres naves ; al fondo de la nave central domina un grandioso mosàico que representa la Virgen Santa Maria de las Gracias. Es una obra del profesor Bedini que fue llevada a cabo por el Estudio del Mosaico del Vaticano. Antes de la canonización (16 de junio del 2012), fueron agregadas la figura de Padre Pio y la de un ángel que le entrega la corona de la gloria. En las naves laterales hay instalados ocho mosaicos, realizados por el Estudio del Mosaico del Vaticano, sobre diseños del profesor Antonio Achilli a excepción del mosaico de la Virgen del rosario que ha estado diseñado por el padre Ugolino da Belluno. A la derecha están representados: Cristo Crucificado, San Francesco de Asisi con el niño, San Michele Arcangel, La Virgen del Santo Rosario, Santa Veronica Giuliani, el Angel de la guarda. En el 2012 ha estado incluido otro mosaico, que representa al Papa Juan Pablo II, obra del maestro Poli en ocasión del aniversario de los 50 años de su visita a San Giovanni Rotondo. A la izquierda, partiendo del presbítero, están representados Santa Marìa Alacoque con el Corazòn de Jesùs, una estatua de madera de San Antonio y San Jose. En seguida después hay una estatua de madera de la Virgen Maria de las gracias, bendecida por el santo Papa Benedetto XVI al terminar su visita general el 11 de mayo del 2011. La estatua en madera esculpida por el artista Olivio Coploi di Ortisei, que es llevada durante la procesión de antorchas desde el primer sábado de pascuas hasta el último sábado de octubre. Un segundo mosaico que representa a santa Teresa de Calcuta, se encuentra a la izquierda antes de la salida. Es una obra del maestro Poli y ha estado agregada por motivo del 25 aniversario de su visita a San Giovanni Rotondo. E l altar mayor está separado de la pared y a los dos lados del tabernáculo, en nichos especiales, se encuentran unas estatuas en bronce, tres a la derecha y tres a la izquierda; San Francesco de Asisi, San Buonaventura, San Jose de Leonesa, San Lorenzo di brindisi, San Corrado da Parzham y San Camillo di Llellis, las estatuas son obra del escultor Ceslestino Petrone- Roma. El 13 de diciembre del 2008 ha estado consagrado el altar para la celebración eucarística. Tiene forma de cubo y está decorada por una mesa cuadrada, el mosaico que ha enriquecido la obra, de la firma Giuseppe dell’erba di Lentate Seveso, ha sido realizada por el Estudio del Mosaico de la Fábrica de San Pedro del Vaticano. El nuevo Ambón, realizado por la Domus Dei de Roma, ha estado bendecido el 20 de junio del 2009 en la víspera de la visita del Papa Benedetto XVI a San Giovanni Rotondo; El estilo es el mismo del altar.




 El camino del viacrucis situado en la iglesia al comienzo de la cuaresma en 1960, fue moldeado y donado por la escultora ELSA TURINO. Son 14 cruces en bronce con la cara de cristo atormentado.VIA CRUCIS Orario Del Via Crucis Monte Castellano de San Giovanni Rotondo 07,00 a 16,30 (invierno) - 07,00 a 18,45 (verano) Otra de las bellas obras para visitar en San Giovanni Rotondo es el viacrucis monumental, en proximidad al convento. Está hecha de granito y bronce y es una obra del artista Siciliano Francesco Messina. Yace sobre la bajada de la montaña que se encuentra en dirección al convento. La puesta de la piedra fundamental del complejo monumental ocurrió el 22 de septiembre de 1968, un día antes que San Pio corriera a abrazar a su amado en el cielo; de hecho muere a 2,30 del día siguiente. Una estatua de bronce del santo capuchino indica el punto donde fue colocado el habitual manuscrito conmemorativo. Fue inaugurado el 9 de agosto de 1981 y representa un complejo artístico constituido excepcionalmente con 15 estaciones, incluye la representación de Jesùs resurgiendo de la muerte. Las estaciones están situadas a través del camino que sale sobre el monte castellano. El espacio verde del pinar, silencioso y rodeado de naturaleza, permite rezar y meditar. Las figuras son muy bellas y expresivas sobre todo la quinta estación donde está representado Padre Pio ayudando a Jesús a llevar la cruz como el cirineo.


En la planta siguiente de la iglesia está la cripta de Padre Pio de Pietrelcina, cuyos restos quedaron en San Giovanni Rotondo para cumplir sus deseos. Bajo un bloque monolítico de mármol verde de Labrador (en forma de sarcófago con un peso de 3 toneladas), colocado cerca de un metro y medio debajo el nivel del pavimento, su cuerpo a estado guardado por mas de cuarenta años. Una lápida recuerda las palabras de padre pio escritas al alcalde de San Giovanni Rotondo, Francesco Morcaldi: “Recordaré siempre a éste pueblo generoso en mi pobre y asidua oración, implorando por él paz y prosperidad, y como signo de mi predilección, no pudiendo hacer otra cosa, expreso mi deseo de que, si mis superiores no se oponen, mis huesos sean puestos en un tranquilo rincón de esta tierra” (12 de agosto de 1923). A la derecha y a la izquierda del altar, así como en la pared de la nave central, las molduras en mármol no llevan bajo relieves sino inscripciones relativas a Laudi de San Francesco. El altar, compuesto de una gran mesa de mármol que contiene, en una caja de cristal, un precioso cristo de madera que se le atribuye a un talentoso tallador veneciano, de finales del siglo XVI. Se presenta como obra singular, no priva de calidad de manufactura. La construcción de la cripta han sido realizado por la sociedad del Geom Aldo di Bari, proyecto y dirección del arquitecto Ugo Larussi de Foggia. Los motivos de luces colgantes de acero puestos en la pared, las decoraciones, muebles y techos de madera han sido realizados por artesanos de Foggia.



“La casa alivio del sufrimiento”  inaugurada el 5 de mayo de 1956. El mundo entero fue informado de este fenomenal acontecimiento, mediante los grupos de oración y de la prensa. Quince mil personas asistieron a San Giovanni Rotondo y entre tantos presentes había numerosas autoridades religiosas, civiles y militares. Su eminencia Giacomo Lercaro, el cardenal de Bolonia, representaba a la iglesia de Roma, por el estado estaba presente el presidente del senado Cesare Mezagora y el ministro Giovanni Braschi. Participó el ministro general del orden sacerdotal, el padre Beningno da Sant’Ilario Milanese. Después de la intervención del cardenal Lercaro, Padre Pio dio un discurso memorable en el cual indicaba los lineamientos principales de su obra terrena. Padre Pio define su propia obra como una criatura de la providencia. El año siguiente, el mismo Padre Pio le pide al Papa Pio XII que, a su muerte, la sede Apostolica aceptase en donación todos los bienes de su obra hospitalicia. El santo padre acepta la solicitud. El hospital contaba con doscientos cincuenta puestos de cama, divididos entre la sala de cirugía, urología, medicina, cardiología, ortopedia, traumatología, pediatría, obstetra, ginecología y además estaban los servicios de radioterapia, laboratorio de análisis, centro de transfusión, tres salas operatorias y una sala de parto. La víspera de Corpus Domini Padre Pio llevó en la procesión, el santísimo cristo por todas las salas. Otras veces volvió a visitar los enfermos, para gestionar un bautizo o para celebrar la misa. Numerosas fueron las obras de beneficencia donde Padre Pio asistió gustosamente. En poco tiempo la casa alivio del sufrimiento comenzó a llenarse de enfermos que venían de centros vecinos. En estos momentos en el hospital hay cerca de 1200 camas repartidas en 30 salas de servicios médicos y quirúrgicos, 50 especialidades con un repertorio de cerca de 4300 servicios de diagnóstico y terapéuticos. Al día de hoy, las unidades y las especializaciones son 30, cuando al inicio eran solo 6. Hoy el hospital es administrado desde el vaticano y es reconocido como instituto de refugio y cura de carácter científico (I.R.C.C.S), (decreto del ministerio de la sanidad de la universidad de investigación científica del 16 de julio de 1991). Y además de desempeñar actividades clínicas y de apoyo, en estrecho contacto con el ministro de la salud y con los más importantes centros de investigación italianos y europeos, se ocupa de la investigación médica, en particular en el sector de la genética y de las enfermedades de herencia familiar. Un moderno y equipado poli ambulatorio con más de sesenta intervenciones especializadas, fue llamado “Giovanni Paolo II” en homenaje al Papa Carol Wojtyla devoto y amigo del padre estigmatizado del Gargano. Hoy se acoge a otros medios para informar a todos aquellos que aman a su fundador. Para valorizar, dar a conocer y comunicar noticias sobre el funcionamiento del hospital y de la actividad del grupo de oración es que ha surgido la revista: “La casa alivio del sufrimiento” Para profundizar el pensamiento del fundador se publican: “Los cuadernos” de la casa alivio del sufrimiento, que defiende la cultura católica. Para cubrir el sostenimiento alimentario, el hospital tiene dos empresas: -La granja “Calderoso” cerca del Gargano por el abastecimiento del aceite de oliva. -y desde 1984 la empresa agrícola –ganadera situada frente al aeropuerto militar de Amendola. Sus productos: carne, leche, mozzarella, queso, yogurt, son utilizados ya sean para el hospital como para el centro de acogida y para el centro de ancianos “Casa Padre Pio”. 2. La empresa Posta la Via tiene convenios con la universidad de Foggia está vinculada con el departamento de ciencia y tecnología veterinaria para la seguridad alimentaria de la universidad de Milán. La empresa es sede de servicios para la formación de futuros profesionales del sector agrícola y ganadero y la investigación de nuevas técnicas productivas del sector de productos lácteos. Desde marzo del 2010 en el cortijo Calderoso funciona como actividad el turismo rural. Esta nueva actividad permite al huésped además de tener una estancia agradable en un lugar encantador en el Gargano, ofrece descubrir la tradición culinaria de los productos típicos. De hecho la comida es preparada con productos obtenidos de la empresa agrícola de la obra de Padre Pio de Pietrelcina, Calderoso y posta la Via. Para visitar la granja la obra de Padre Pio llamar al tel. 0881700466 Las personas que quieran venir a conocer los lugares visitados por padre pio y deseen nutrir el espíritu. -centro de acogida “Santa Maria de las gracias” -Cenáculo “Santa clara” para retiros espirituales (solo con reserva) Para las parejas de ancianos que no pueden tener una vida independiente: -Residencia de ancianos “Casa de Padre Pio”.




Noche de Pentecostés en el convento del Padre Pío, en el año del Señor 2020.


El mundo tiene necesidad de hombres y mujeres no cerrados, sino llenos de Espíritu Santo. El estar cerrados al Espíritu Santo no es solamente falta de libertad, sino también pecado. Existen muchos modos de cerrarse al Espíritu Santo. 

En el egoísmo del propio interés, en el legalismo rígido – como la actitud de los doctores de la ley que Jesús llama hipócritas -, en la falta de memoria de todo aquello que Jesús ha enseñado, en el vivir la vida cristiana no como servicio sino como interés personal, entre otras cosas. 


En cambio, el mundo tiene necesidad del valor, de la esperanza, de la fe y de la perseverancia de los discípulos de Cristo. 

El mundo necesita los frutos, los dones del Espíritu Santo, como enumera san Pablo: «amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, lealtad, modestia, dominio de sí» (Ga 5, 22). 


El don del Espíritu Santo ha sido dado en abundancia a la Iglesia y a cada uno de nosotros, para que podamos vivir con fe genuina y caridad operante, para que podamos difundir la semilla de la reconciliación y de la paz. Reforzados por el Espíritu Santo –que guía, nos guía a la verdad, que nos renueva a nosotros y a toda la tierra, y que nos da los frutos– reforzados en el espíritu y por estos múltiples dones, llegamos a ser capaces de luchar, sin concesión alguna, contra el pecado, de luchar, sin concesión alguna, contra la corrupción que, día tras día, se extiende cada vez más en el mundo, y de dedicarnos con paciente perseverancia a las obras de la justicia y de la paz.

EL GRAN PODER DE LA RELIQUIA DEL PADRE PIO


El Honorable Giovanni Tamponi era un magistrado de distrito en la prefectura de Cagliari en la isla de Cerdeña. Se convirtió en uno de los hijos espirituales más devotos del Padre Pío, gracias a la curación milagrosa de su hijo de cinco años, a quien arrebató de una muerte casi segura en 1970. La primera vez que Giovanni había oído hablar del Padre Pío fue en 1958, en un artículo de la revista católica Famiglia Christiana. 

En él se enteró de que este sacerdote llevaba las llagas de Cristo y vivía en un monasterio en San Giovanni Rotondo en el continente italiano. Una cosa le impactó en particular en el artículo: cuando el Padre Pío distribuyó la Comunión a los fieles, quienes se arrodillarían ante el altar para recibirlo de sus manos, hubo ocasiones en que se negó a dar a alguien la Hostia. Giovanni pensó para sí mismo: “¿Cómo puede un sacerdote dar la Hostia Sagrada a unos y no a otros? ¿Qué sabría él? ¿Cómo puede comportarse de esta manera y asumir esta responsabilidad en público?

Deseando aprender más sobre este hombre, Tamponi se dirigió a San Giovanni, llegando en una fría tarde de noviembre. Por "casualidad", la primera persona que se encontró en la plaza de la iglesia de Santa Maria delle Grazie de Padre Pío, fue un abogado de Milán que se ofreció a compartir sus alojamientos alquilados. Giovanni tomó esto como una señal de la Providencia, para alentarlo en su búsqueda para saber más sobre el Padre.Los dos hombres se levantaron a las 4:00 am para llegar a la iglesia antes de las 5:00 cuando las puertas se abrirían. Giovanni, que no estaba familiarizado con la prisa de las "santas mujeres", fue arrastrado por la multitud, que en realidad lo empujó hacia el altar. Hubo un repentino silencio cuando apareció el padre Pío y comenzó la misa, y el silencio que siguió le permitió participar en la Eucaristía "de una manera que no es fácil de describir". Giovanni tenía una pregunta personal que quería hacerle al santo así que cuando terminó la misa lo esperó en el pasillo que atravesó para entrar en el Convento. Pero de repente, una multitud de devotos invadió el área y casi fue arrastrado de nuevo. Sin embargo, fue capaz de acercarse y tocar al Padre Pío. Le hizo la pregunta que había preparado de antemano, pero el Padre Pío dijo bruscamente: "¿Qué quieres?" ("Che vuoi?") Y simplemente siguió caminando. Giovanni trató de seguirlo pero fue inútil debido a todas las personas.


Su nuevo amigo, el abogado de Milán, vio lo que había ocurrido y lo alentó a intentarlo una vez más por la tarde. Así que esperó en el corredor y nuevamente le hizo una pregunta al Padre Pío, pero el santo una vez más dijo "¿Che vuoi?" Sin embargo, para este momento Giovanni había aprendido a abrirse paso entre la multitud y pudo seguirlo correctamente. A la puerta de entrada al convento. El padre Pío estaba a punto de desaparecer detrás de la puerta, cuando de repente se detuvo y se volvió hacia Giovanni. Mirándolo directamente a los ojos, repitió por tercera vez "¿Che vuoi?" Ahora los dos estaban cara a cara, solos. Giovanni intentó repetir su pregunta, pero no pudo pronunciar nada.Entonces se abrió una sonrisa bondadosa y paterna en el rostro seráfico del Padre. Fue un preludio a la respuesta que Giovanni tanto había deseado escuchar, y este consejo personal se le dio de inmediato y con precisión. Giovanni fue vencido, y en ese instante se dio cuenta de que no estaba ante ninguna persona común. La respuesta de Padre Pío fue un punto de inflexión en su vida, marcando un hito fundamental. Dejó la iglesia llena de profunda emoción y alegría, y se encontró con su amigo de Milán, quien compartió su felicidad porque finalmente había hablado con el Padre Pío. Sin embargo, después de menos de dos días completos en San Giovanni Rotondo, tuvo que apresurarse a regresar a su hogar. 

Allí sus familiares y amigos estaban preparando una celebración por su triunfo exitoso en el examen para ingresar a la magistratura en Italia. Durante todo su viaje de regreso, desde Puglia al puerto romano de Civitavecchia, durante la noche en el barco a Cerdeña, y luego otra hora más a su ciudad natal, los pensamientos sobre el Padre Pío ocuparon su mente. La alegría de aprobar el examen le quitó importancia a su entusiasmo por haber conocido al sacerdote del que hablaban todos, el fraile estigmatizado que había señalado claramente la dirección que debía tomar su vida. "Ya, desde este primer breve encuentro con el Padre Pío, tuve la clara sensación de encontrarme ante algo verdaderamente grande, de una elevada espiritualidad en contacto directo con lo Divino, de una verdadera fe con un aura sobrenatural, a través de la cual ya me sentía protegido y atraído "


Al año siguiente, Giovanni Tamponi regresó a San Giovanni Rotondo, y esta vez pudo quedarse más tiempo. Se necesitaba hacer una reserva para confesarse con el Padre Pío, y su turno no llegó hasta el cuarto día de su estadía. Él había estado yendo a la misa de las 5:00 am, y luego habló con las personas que se habían confesado con el Padre.

Muchos le dijeron que el padre Pío relató los pecados cometidos durante sus vidas que habían olvidado por completo. Parecían personas maduras y honestas, y Giovanni no tenía motivos para dudar de lo que decían. Al no tener experiencia con un confesor así, se sintió nervioso y ansioso mientras esperaba su primera confesión con el santo, aunque se sentía preparado para ello. El padre Pío confesó a los hombres en un rincón de la sacristía de la antigua iglesia, detrás de una cortina, y amueblado solo con una silla y un arrodillador. A medida que se acercaba su turno, todos sus preparativos se volvieron completamente inútiles. Acontecimientos y episodios de su vida le vinieron a la mente que ni siquiera había considerado. “Sentí que mi mente ardía y dentro de mi alma un tumulto de sentimientos diferentes, de ansiedades, de tensiones, de agitación, de miedos. Tuve la impresión y la sensación de tener que estar presente no en una confesión normal, a la que estaba acostumbrado, sino en un "juicio divino". 

Parecía que el Padre Pío ya estaba escrutándome y analizándome ”. Comenzó a sudar y no pudo calmarse, y tuvo que aflojarse la corbata porque se sentía asfixiado. Finalmente fue su turno, y rápidamente corrió la cortina y se arrodilló ante el Padre Pío. Estaban cara a cara. “Lo miré pero no pude sostener su mirada; sus grandes ojos negros penetraron en las profundidades de mi alma ". Giovanni comenzó a mencionar un cierto pecado, pero el Padre Pio lo interrumpió:" ¡Ya lo has confesado! Continúa, "instó él. Dirigió lo que era esencialmente un interrogatorio, puntuado por un comentario ocasional. "Experimenté un miedo y una emoción que no puedo describir hasta el día de hoy". Cuando terminó la confesión, pidió ser aceptado como su hijo espiritual, y el Padre Pío aceptó, pero estableció una cierta condición.


Giovanni fue a la iglesia a orar, sintiéndose como una persona diferente. Como un joven magistrado, había tenido exámenes de todo tipo, pero nunca había sufrido y al mismo tiempo se había regocijado tanto . Pero, ¿cómo sabía el padre Pío que había confesado ese pecado? Evidentemente, podía leer almas y vio que no había ninguna mancha correspondiente en él. Giovanni se quedó en la ciudad una semana más y regresó a Cerdeña con una imagen mucho más clara del Padre Pío y también de su propio camino espiritual. Pasaron muchos años durante los cuales continuó visitando San Giovanni Rotondo. 

Luego, en 1966, durante su confesión con el santo, le pidió una bendición especial para su hijo Mario, que acababa de cumplir su primer cumpleaños. El Padre Pío condescendió, "pero tal vez en ese mismo momento comprendió que en cuatro años se necesitaría mucho más que una bendición para salvar la vida del niño". El niño se vio afectado por una infección crónica del tracto urinario. A menudo fue hospitalizado, pero desafortunadamente no se pudo determinar una causa; sin embargo, sus conteos de nitrógeno en la sangre siguieron aumentando. Finalmente, en 1970, un prominente urólogo determinó que Mario padecía una malformación congénita. La función de su riñón se vio afectada debido a los uréteres inflamados y retorcidos que causaron el estancamiento de la orina. La única solución era un procedimiento de riesgo que implicaba una cirugía potencialmente mortal. El niño fue operado, los uréteres malformados fueron removidos y fueron sustituidos por un complejo bucle intestinal entre la pelvis renal y la vejiga."Los días siguientes fueron terribles: el temor al buen resultado de una intervención tan difícil y compleja, sobre su pequeño cuerpo ya tan debilitado, nos hizo sufrir profundamente". Pronto se hizo evidente que había una complicación grave: había una bloqueo, una oclusión en algún lugar, y nada podría fluir a través del intestino. Por lo tanto, no se le podía dar comida ni agua al pequeño Mario. Hora por hora la situación se volvió más grave y crítica. "En el niño había una expresión triste y profunda, una delgadez indescriptible, una ausencia casi total de energía, que enmarcaba su palidez cadavérica". 

No había nada que pudiera hacer excepto esperar el doloroso resultado.La familia había estado orando todo el tiempo, y continuó orando, pero sin éxito. La ciencia médica no podía hacer nada, y el fin parecía inevitable. Alrededor de la medianoche, después de más de una semana desde la operación, la esposa de Giovanni sugirió aplicar una reliquia del Padre Pio de primera clase (perteneciente a los restos físicos de un santo) a su hijo. Tenían un recorte de lino manchado con su sangre. Con esto, Giovanni tocó el estómago de Mario con suavidad, mientras decía las palabras: "Padre Pío, si no pones las manos aquí, ¿quién más puede hacerlo?" Tan pronto como terminó de pronunciar estas palabras, el chico dejó que un grito: “¡Basta!” En ese mismo instante, se escuchó un ruido fuerte y rápido, que sonaba como agua y aire comprimido, proveniente de los intestinos de Mario, en el lugar donde se había colocado la reliquia. El sonido parece ir desde el centro de su estómago en dirección a su vejiga. La reacción inmediata de Giovanni fue comentar: "¿Es esta la respuesta del cielo?"


Sin consecuencias. Durante toda la noche, los sonidos del movimiento del agua y el aire persistieron, como para indicar que los intestinos estaban reanudando su función normal. En un momento dado, Giovanni le preguntó a su hijo por qué había gritado "¡Basta!" Mario respondió: "Papá, en cuanto me tocaste sentí una fuerza tan fuerte que no pude más, y dije" suficiente "para que tú no me tocaras de nuevo ”. Y sin embargo, Giovanni solo había aplicado ligeramente la reliquia en el estómago del niño. "Simplemente por el mero contacto con la reliquia, evidentemente se desató un poder misterioso que el niño no pudo soportar, y una oleada interna rompió el bloqueo". Sólo unos días después, Mario salió del hospital.

Al año siguiente, su familia llevó a Mario a la tumba del Padre Pío en la Iglesia de Nuestra Señora de Gracia (Santa Maria delle Grazie), para ofrecer sus acciones de gracias al santo. Luego, en 1974, realizó su primera comunión en la cripta de la misma iglesia. 

Su padre, el magistrado Giovanni Tamponi, reflexionando sobre el milagro, notó que tan pronto como había invocado el nombre de Padre Pio, la gracia fue concedida de manera instantánea y definitiva. “Padre Pío fue y es mi punto de referencia, y después de este evento, ¿cómo puedo tener dudas sobre su cuidado paternal, especialmente ahora que está tan cerca de ese Cristo que amó, sirvió y honró tanto durante su vida? Ciertamente tenía razón cuando le pidió a uno de sus hijos espirituales que orara para que el Señor lo llamara al cielo, porque desde allí podría hacer mucho más de lo que puede hacer en la tierra ".


Posted by Frank Rega

PENSAMIENTOS QUE DAN ESPERANZA Y ELEVAN EL ALMA


“Si puedes hablar al Señor en la oración, háblale, ofrécele tu alabanza; si por mucho cansancio no puedes hablar, no te disgustes en los caminos del Señor. Detenté en la habitación como los servidores en la corte y hazle reverencia. El te verá, le gustará tu presencia, favorecerá tu silencio y en otro momento encontrarás consuelo cuando él te tome de la mano”.

“Cuanta más amargura tengas, más amor recibirás”.

“Jesús quiere llenar todo tu Corazón”.

“Dios quiere que vuestra incapacidad sea la sede de su omnipotencia”.

“La fe es la antorcha que guía los pasos de los espíritus desolados”.

“En el tumulto de las pasiones y de las vicisitudes adversas nos sostenga la grata esperanza de la inagotable misericordia de Dios”.

“Ponga toda la confianza sólo en Dios”.

“El mejor consuelo es el que viene de la oración”.

“No temas por nada. Al contrario, considérate muy afortunado por haber sido hecho digno y participe de los dolores del Hombre-Dios”.

“Dios os deja en esas tinieblas para su gloria; aquí está la gran oportunidad de vuestro progreso espiritual”.

“Las tinieblas que a veces oscurecen el cielo de vuestras almas son luz: por ellas, cuando llegan, os creéis en la oscuridad y tenéis la impresión de encontraros en medio de un zarzal ardiendo. En efecto, cuando las zarzas arden, todo alrededor es una nubarrada y el espíritu desorientado teme no ver ni comprender ya nada. Pero entonces Dios habla y se hace presente al alma, que vislumbra, entiende, ama y tiembla”.

“Jesús mío, es el amor que me sostiene”.

“La felicidad sólo se encuentra en el cielo”.

“Cuando os veáis despreciados, haced como el Martín Pescador que construye su nido en los mástiles de las naves es decir, levantaos de la tierra, elevaos con el pensamiento y con el corazón hacia Dios, que es el único que os puede consolar y daros fuerza para sobrellevar santamente la prueba”.

“Ten por cierto que cuanto más crecen los asaltos del demonio tanto más cerca del alma está Dios”.

“Bendice el Señor por el sufrimiento y acepta beber el cáliz de Getsemani”.

“Sé capaz de soportar las amarguras durante toda tu vida para poder participar de los sufrimientos de Cristo”.

“El sufrimiento soportado cristianamente es la condición que Dios, autor de todas las gracias y de todos los dones que conducen a la salvación, ha establecido para concedernos la gloria”.

“Recuerda que no se vence en la batalla si no es por la oración; a ti te corresponde la elección”.

“La oración es la mejor arma que tenemos; es una llave que abre el corazón de Dios”


CARTAS PRECIOSAS DEL PADRE PIO PARA TI


Ten paciencia, todavía un poco más al soportar el estado de desolación espiritual; ten paciencia al soportar las pruebas amorosas a las que Jesús, con admirable providencia, para asemejarse a él, te va sometiendo; y verás que el Señor un día atenderá del todo tus deseos, que son también los míos. No te impacientes si en ti la noche se va haciendo más obscura y más lúgubre; no te asustes si no ves con los ojos materiales el cielo sereno que envuelve tu alma; mira a lo alto, elevándote sobre ti misma, y verás resplandecer una luz que participa de la luz del sol eterno. La fe viva, la confianza ciega y la completa adhesión  a la autoridad constituida por Dios para ti, ésta es la luz que ilumina los pasos del pueblo de Dios en el desierto; ésta es la luz que resplandece siempre en la parte más alta de los espíritus gratos al Padre; ésta es la luz que condujo a los magos a adorar al Mesías en su nacimiento; ésta es la estrella profetizada por Balaam; ésta es la antorcha que dirige los pasos de los espíritus desolados. Y esta luz y esta estrella y esta antorcha son también las que iluminan tu alma, dirigen tus pasos para que no vaciles, fortifican tu espíritu en el amor divino; y, sin que el alma se dé cuenta se avanza siempre hacia el destino eterno. Tú no lo ves y no lo comprendes, pero no es necesario. Tú no verás más que tinieblas, pero éstas no son las que envuelven al eterno sol. Mantente firme y cree que este sol resplandece en tu alma; y que este sol es precisamente aquel del que el profeta de Dios dijo: Y en tu luz, yo veré la Luz”.
(22 de octubre de 1916, a Asunción di Tomaso  - Ep. III, p. 399).

El anhelo de estar en la paz eterna es bueno, es santo; pero es necesario moderarlo con la completa resignación a la voluntad de Dios. Es mejor realizar el querer de Dios en la tierra que gozar en el cielo. Sufrir y no morir, era el deseo de santa Teresa. Es dulce el purgatorio cuando se sufre por amor de Dios.
Las pruebas, a las que Dios os somete y os someterá, son todas ellas señales de la predilección divina y joyas para el alma. Pasará, queridas mías, el invierno y llegará la interminable primavera, tanto más rica de bellezas cuanto más duras hayan sido las tempestades. La oscuridad que estáis experimentando es señal de la cercanía de Dios a vuestras almas.
(11 de diciembre de 1916, a las hermanas Ventrella – Ep. III, p. 548

Tú me dices que a causa de tu espíritu somnoliento, distraído, voluble, miserable, al que se suman muchas veces los disturbios físicos, no puedes resistir a permanecer en la iglesia más de una hora y media. No te apenes por esto, sólo evita las ocasiones, esforzándote en vencer toda molestia y todo aburrimiento y no canses excesivamente a tu espíritu con oraciones muy largas y continuadas, cuando el espíritu y la cabeza no se prestan.
Procura apartarte, entre tanto, durante el día, en cuanto te sea posible, y en el silencio de tu corazón y de la soledad ofrece tus alabanzas, tus bendiciones, tu corazón contrito y humillado y toda a ti misma al Padre celestial. Y así, mientras la mayor parte de las criaturas olvida la bondad del Esposo divino, criaturas hechas a su imagen, nosotros lo mantenemos siempre cerca, con esos retiros y prácticas.
(19 de septiembre de 1914, a Raffaelina Cerase – Ep. II, p. 174)

Ten siempre ante los ojos de la mente, como prototipo y modelo, la modestia del divino Maestro; modestia de Jesucristo que el apóstol, en palabras a los Corintios, coloca al mismo nivel que la mansedumbre, que fue una de sus virtudes más queridas y casi su virtud característica: «Yo, Pablo, os exhorto por la mansedumbre y por la modestia de Cristo»; y, a la luz de un modelo tan perfecto, reforma todas tus actuaciones externas, que son el espejo fiel que manifiesta las inclinaciones de tu interior.
No olvides nunca, oh Anita, a este divino modelo; imagínate que contemplas cierta amable majestad en su presencia; cierta grata autoridad en su hablar; cierta agradable compostura en su andar, en su mirar, en su hablar, en su dialogar; cierta dulce serenidad en el rostro; imagínate el semblante de aquel rostro tan sereno y tan dulce con el que atraía hacia sí las multitudes, las sacaba de las ciudades y de los poblados, llevándolas a los montes, a los bosques, a lugares solitarios, y a las playas desiertas del mar, olvidándose incluso de comer, de beber y de sus obligaciones domésticas.
Sí, procuremos copiar en nosotros, en cuanto nos es posible, acciones tan modestas, tan decorosas; y esforcémonos, en cuanto es posible, por asemejarnos a él en el tiempo, para ser después más perfectos y más semejantes a él por toda la eternidad en la Jerusalén celestial.
(25 de julio de 1915, a Anita Rodote – Ep. III, p. 86)

No des lugar en tu alma a la tristeza, porque ella impide la libre actuación del Espíritu Santo. Y si, no obstante, queremos entristecernos, entristezcámonos entonces, pero hagamos de tal manera que nuestra tristeza sea santa, viendo el mal que se va expandiendo cada vez más por la sociedad hodierna. ¡Oh cuántas pobres almas van cotidianamente apostatando de Dios, nuestro bien supremo!
El no querer someter el propio juicio al de los demás, máxime al de quien es experto en las cosas en cuestión, es signo de poca docilidad, es signo muy manifiesto de secreta soberbia. Tú misma lo sabes y lo compartes conmigo; por tanto, date ánimo, evita las recaídas, mantente bien atenta ante este maldito vicio, sabiendo cuánto le desagrada a Jesús, porque está escrito que «Dios resiste a los soberbios y da su gracia a los humildes».
(26 de noviembre de 1914, a Raffaelina Cerase – Ep.II, p. 245)

Todos los sufrimientos de esta tierra, juntos en un haz, yo los acepto, Dios mío, los deseo como mi porción; pero nunca podré resignarme a estar separado de ti por falta de amor. ¡Ah!, por piedad, no permitas que esta pobre alma ande extraviada; no consientas nunca que mi esperanza se vea frustrada. Haz que nunca me separe de ti; y, si lo estoy en este momento sin ser consciente de ello, atráeme en este mismo instante. Conforta mi entendimiento, oh Dios mío, para que me conozca bien a mí mismo y conozca el gran amor que me has demostrado, y pueda gozar eternamente de las bellezas soberanas de tu divino rostro.
No suceda nunca, amado Jesús, que yo pierda el precioso tesoro que tú eres para mí. Mi Señor y mi Dios, muy viva está en mi alma aquella inefable dulzura que brota de tus ojos, y con la que tú, mi bien, te dignaste mirar con ojos de amor a esta alma pobre y mezquina.
¿Cómo se podrá mitigar el desgarro de mi corazón, sabiéndome lejos de ti? ¡Mi alma conoce muy bien qué terrible batalla fue la mía cuando tú, mi amado, te escondiste de mí! ¡Qué vivamente grabada en mi alma, o mi dulcísimo amante, permanece esa terrible y fulminante imagen! 
 (17 de octubre de 1915, al P. Agustín de San Marco in Lamis – Ep. I, p. 674)

Camina siempre, mi buena hija, al mismo paso, y no te inquietes si éste te parece lento; si tu intención es buena y decidida, no cabe más que caminar bien. No, mi queridísima hija, para el ejercicio de las virtudes no es necesario estar siempre, y de forma expresa, atenta a todas; esto sin duda enredaría y complicaría demasiado tus pensamientos y tus afectos.
En resumen, puedes y debes estar tranquila, porque el Señor está contigo y es él el que obra en ti. ¡No temas por encontrarte en la barca en la que él duerme y te deja! Abandónate totalmente en los brazos de la divina bondad de nuestro Padre del cielo y no temas, porque tu temor sería tan ridículo como el que pueda sentir un niño en el regazo materno.
 (18 de mayo de 1918, a María Gargani – Ep. III, p. 315)

Levántate, pues, Señor, una vez más y líbrame ante todo de mí mismo; y no permitas que se pierda aquel a quien con tanto cuidado y urgencia has vuelto a llamar y has arrancado de un mundo que no es tuyo. Levántate, pues, Señor, una vez más y confirma en tu gracia a los que me has confiado; y no permitas que ninguno llegue a perderse abandonando el redil.
¡Oh Dios, oh Dios!... no permitas que se pierda tu heredad. ¡Oh Dios!, manifiéstate cada vez más a mi pobre corazón y completa en mí la obra que ya has comenzado.
Oigo en mi interior una voz que de continuo me grita: Santifícate y santifica. Pues, bien, mi queridísima,  yo lo quiero, pero no sé por dónde comenzar.
Ayúdame también tú; sé que Jesús te quiere mucho y tú lo mereces. Háblale, pues, de mí; que me conceda la gracia de ser un hijo menos indigno de san Francisco; que pueda ser ejemplo para mis hermanos, de modo que el fervor continúe siempre en mí y crezca cada día más, para hacer de mí un perfecto capuchino.
 (Noviembre de 1922, a las hermanas Campanile – Ep. III, p. 1005)

No te deben atemorizar las innumerables tentaciones que te asaltan de continuo, pues el Espíritu Santo anuncia al alma devota que, si se decide a avanzar por los caminos de Dios, debe disponerse y prepararse para la tentación. Por eso, ¡ánimo!, que la prueba cierta e infalible de la elección de un alma para su perfección es la tentación, en la que la pobrecita será puesta como signo de contradicción en medio de la tempestad. Que nos anime a soportar la dificultad la vida de todos los santos, que no estuvieron libres de esta prueba.
La tentación no respeta a ningún elegido. Ni siquiera respetó al apóstol de las gentes, que, después de haber sido arrebatado en vida al paraíso, fue tal la prueba a la que se vio sometido, que satanás llegó a abofetearlo. ¡Dios mío!, ¡¿quién podrá leer aquellas páginas sin sentir que se le hiela la sangre en las venas?! ¡Cuántas lágrimas, cuántos suspiros, cuántos gemidos, cuántas súplicas, no elevaba este santo apóstol, pidiendo al Señor que retirara de él esta dolorosísima prueba! ¿Y cuál fue la respuesta de Jesús? No otra sino ésta: «Te basta mi gracia... », «la virtud se perfecciona en la enfermedad, en la prueba».
 (4 de septiembre de 1916, a María Gargani – Ep. III, p. 241)

Hace unos pocos días yo pensaba en lo que algunos dicen de las gaviotas, pequeñas aves, que hacen sus nidos en la playa del mar. Construyen sus nidos de forma redonda y se comprende que el agua del mar no puede entrar en ellos. En la parte superior del nido hay una abertura, por la que pueden recibir el aire. Ahí las gaviotas alojan a sus crías, que pueden nadar con seguridad y flotar sobre las olas sin llenarse de agua ni sumergirse. El aire que se respira por la abertura sirve de contrapeso y de balanza, de tal forma que los pequeños remolinos nunca terminan por volcar el nido.
Mis queridísimos hijos, ¡cómo deseo que vuestros corazones sean de tal forma que, por los lados, estén bien cerrados, para que, si los golpes y las tempestades del mundo, de la carne y del demonio os sorprenden, no logren penetrar dentro; y que no haya otra abertura que la de la parte del cielo, para aspirar y respirar a nuestro Señor Jesús.
Y este nido, hijos, ¿para quién estaría hecho si no para los polluelos de aquél que lo ha hecho todo por amor de Dios, llevado por sus inclinaciones divinas y celestes? Pero mientras las gaviotas construyen sus nidos y sus polluelos son todavía demasiado tiernos para soportar los golpes de las olas, Dios cuida y se compadece de ellos, impidiendo al mar que los sumerja.
 (18 de enero de 1918, a los novicios – Ep. IV, p. 366)

Mi alma está totalmente volcada en el cuadro evidente de mi miseria! ¡Dios mío!, que yo soporte tan triste espectáculo; que se retire de mí tu rayo de luz refleja, porque no resisto contraste tan evidente. Padre mío, yo veo toda mi maldad y mi ingratitud en todo su esplendor; veo agazapado a mi hombre viejo, herido en sí mismo, que parece querer devolver a Dios su ausencia, negándole todos sus derechos, cuando el dárselos es su obligación primera. ¡Qué fuerza se necesita para sacarlo de ahí! ¡Dios mío, ven pronto en mi ayuda, pues tengo miedo de mí mismo, pérfida e ingrata criatura para con su creador, que la protege de sus poderosos enemigos!
No supe aprovecharme de tus espléndidos favores; y ahora me veo condenado a vivir en mi impotencia, encorvado sobre mí mismo, extraviado, mientras tu mano me va aplastando cada vez con más fuerza. ¡Ay de mí! ¿Quién me librará de mí mismo? ¿Quién me sacará de este cuerpo de muerte? ¿Quién me tenderá una mano para que no me vea envuelto y engullido por el inmenso y profundo océano? ¿Tendré que resignarme a ser apresado por la tempestad que me acosa cada vez más? ¿Será necesario que pronuncie el hágase ante el misterioso personaje que me dejó totalmente llagado, y que no desiste en su dura, áspera, aguda y penetrante actuación, y que, sin dejar tiempo para que cicatricen las llagas antiguas, ya está abriendo sobre ellas otras nuevas con infinito desgarro de la pobre víctima?
¡Ay!, padre mío; ¡venga en mi ayuda, por caridad! Todo mi interior llueve sangre, y con frecuencia la mirada tiene que resignarse a verla correr también por fuera. ¡Ah!, ¡cese en mí este desgarro, esta condena, esta humillación, esta confusión! No tengo fuerzas para poder y saber resistir.
 (17 de octubre de 1918, al P. Benedicto de San Marco in Lamis – Ep. I, p. 1089)

En mis oraciones y en la santa misa pido continuamente muchas gracias para su alma, y pido de modo especial el santo y divino amor. Este amor es todo para nosotros; es nuestra miel, mi querido padre, en la cual y con la cual deben ser endulzados todos nuestros afectos, acciones y sufrimientos.
¡Dios mío!, ¡mi buen padre!: ¡Cuánta felicidad en nuestro reino interior, cuando ahí reina este santo amor! ¡Qué felices son las facultades de nuestra alma, cuando obedecen a un rey tan sabio! Bajo su obediencia y en su reino, él no permite que haya pecados graves y tampoco que haya afecto alguno a los veniales.
Es cierto que él, con frecuencia, les permite que se acerquen hasta la frontera, para ejercitar en la lucha a las virtudes internas y para hacerlas más valientes. Y permite también que los espías, que son los pecados veniales y las imperfecciones, corran de un lado a otro en su reino; pero esto no es si no para darnos a conocer que, sin su ayuda, seríamos presa de nuestros enemigos.
 (24 de julio de 1917, al P. Agustín de San Marco in Lamis – Ep. I, p. 917)

Si es deseo de Dios que a los aromas espirituales también agregue los corporales, ¿no te basta para hacerte lo más posible feliz en este valle de exilio?
¿Y qué otra cosa se puede desear fuera de la voluntad de Dios? ¿Qué otra cosa puede clamar un alma consagrada a él? ¿Qué deseas tú, pues, si no que los designios divinos se cumplan en ti? Ánimo, entonces, y siempre adelante en los caminos del amor divino, estando segura que cuanto más tu voluntad se vaya unificando y uniformándose a la de Dios, tanto más crecerá en perfección.
Tengamos siempre presente que acá en la tierra es un lugar de combate y que en el paraíso se recibirá la corona. Porque acá es el lugar de la prueba y el premio se recibirá allá arriba. Porque acá estamos en la tierra de exilio y nuestra patria verdadera es el cielo y es necesario aspirar continuamente hacia ella. Habitemos, por ello, Raffaelina, con la fe viva, con la esperanza firme y con el ardiente afecto en el cielo, con el vivísimo deseo mientras estemos de camino, para poder un día, cuando le agrade a Dios, habitar con toda la persona.
 (24 de junio de 1915, a Raffaelina Cerase – Ep. II, p. 452)

Las almas más afligidas son las predilectas del divino Corazón; y tú ten la certeza de que Jesús eligió tu alma para ser la benjamina de su Corazón adorable.
En este Corazón tú debes esconderte; en este Corazón tú debes desahogar tus deseos; en este Corazón debes vivir también los días que la providencia te conceda; en este Corazón debes morir, cuando el Señor así lo quiera. En este Corazón yo te he vuelto a poner; en este Corazón, pues, tú debes vivir, ser y moverte.
(31 de mayo de 1918, a las hermanas Campanile – Ep. III, p. 961)

Debes saber, hijita, que la caridad tiene tres elementos: el amor a Dios, el afecto a sí mismo y la caridad hacia el prójimo; y mis pobres enseñanzas te ponen en el camino de practicar todo esto.
a) Durante el día, pon con frecuencia todo tu corazón, tu espíritu y tu pensamiento en Dios con una gran confianza; y dile con el profeta real: «Señor yo soy tuya, sálvame». No te detengas mucho a considerar qué tipo de oración te da Dios, sino sigue sencilla y humildemente su gracia en el afecto que debes tenerte a ti misma.
b) Aunque sin detenerte con soberbia, ten bien abiertos los ojos sobre tus malas inclinaciones para erradicarlas. No te asustes nunca al verte miserable y llena de malos estados de ánimo; céntrate en tu corazón con un gran deseo de perfeccionarlo. Procura enderezarlo dulce y caritativamente cuando tropiece. Sobre todo, esfuérzate con todas tus fuerzas por fortalecer la parte superior del alma, no entreteniéndote en sentimientos y consuelos, pero sí en las decisiones, propósitos y aspiraciones, que la fe, el guía y la razón te inspiren.
(11 de junio de 1918, a Herminia Gargani – Ep. III, p. 735)

Ten siempre bajo tu mirada esta lección elocuente, que debe ser bien comprendida: la vida presente no se nos ha dado sino para adquirir la eterna; y por falta de esta reflexión fundamentamos nuestros afectos en lo que pertenece a este mundo, en el que estamos de paso; y, cuando hay que dejarlo, nos asustamos e inquietamos. Créeme, maestra, para vivir contentos en la peregrinación, es necesario tener ante nuestros ojos la esperanza de la llegada a nuestra patria, donde nos quedaremos eternamente; y, mientras tanto, cree firmemente; porque es verdad que Dios, que nos llama a él, mira cómo avanzamos y no permitirá nunca que nos suceda algo que no sea para nuestro mayor bien. Él sabe lo que somos y nos extenderá su mano paternal en los pasos difíciles, de manera que nada nos detenga al correr veloces hacia él. Pero para gozar bien de esta gracia, es necesario tener una confianza total en él.
No busques evitar con ansiedad los accidentes de esta vida; evítalos con una perfecta esperanza de que, conforme nos vayan viniendo, Dios, a quien perteneces, te librará de ellos. Él te ha defendido hasta el presente, basta que te mantengas bien asida a la mano de su providencia y él te asistirá en todo momento. Y, cuando no puedas caminar, él te conducirá, no temas. ¿Qué tienes que temer, mi queridísima hijita, siendo de Dios, que tan firmemente nos ha asegurado: «A los que aman a Dios todo les redunda en bien»? No pienses en lo que sucederá mañana, porque el mismísimo Padre del cielo, que hoy cuida de nosotros, el mismo cuidado tendrá mañana y siempre. ¡Oh!, él no te hará mal; pero, si te lo envía, te concederá también un valor invencible para soportarlo.
(23 de abril de 1918, a Herminia Gargani – Ep. III, p. 724)

La virtud de la paciencia es la que nos asegura, más que ninguna otra, la perfección; y, si conviene practicarla con los demás, hay que tenerla no menos con uno mismo. El que aspira al puro amor de Dios, no necesita tanto tener paciencia con los demás cuanto tenerla consigo mismo. Para conquistar la perfección, se necesita tolerar las propias imperfecciones. Digo tolerarlas con paciencia y no ya amarlas o acariciarlas. Con este sufrimiento crece la humildad. Para caminar siempre bien, es necesario, mi queridísimo hijo, aplicarse con diligencia a recorrer bien aquel trozo de camino que está más cerca y que es posible recorrer, hacer bien la primera jornada, y no perder el tiempo deseando hacer la última cuando todavía no se ha hecho la primera.
Muchísimas veces nos detenemos tanto en el deseo de ser ángeles del paraíso, que descuidamos ser buenos cristianos. Con esto no quiero decir o significar que no sea oportuno para el alma poner muy alto su deseo, pero sí que no se puede desear o pretender alcanzarlo en un día, porque esta pretensión y este deseo nos fatigarían demasiado y para nada. Nuestras imperfecciones, hijito mío, nos han de acompañar hasta la tumba. Es cierto que nosotros no podemos caminar sin tocar tierra; pero es verdad también que, si no nos tenemos que tumbar o mirar a otro lado, tampoco hay que pensar en volar, porque en las vías del espíritu somos como pequeños pollitos, a quienes todavía no les han salido las alas.
(25 de noviembre de 1917, a Luis Bozzuto – Ep. IV, p. 403)

Toda alma destinada a la gloria eterna bien puede decirse una piedra destinada a levantar el edificio eterno. Un albañil que quiere levantar una casa tiene necesidad antes que nada de pulir las piedras que deben formar parte de la composición de la casa; y todo esto lo obtiene a golpes de martillo y de escalpelo. De la misma manera se comporta el Padre celestial con las almas elegidas, las que desde la eternidad fueron por la suma sabiduría y providencia destinadas a la composición del edificio eterno.
Por consiguiente el alma destinada a reinar con Jesucristo en la gloria eterna deber ser pulida a golpes de martillo y de escalpelo. Pero estos golpes de martillo y de escalpelo, del que se sirve el artista divino para preparar las piedras, es decir, el alma elegida, ¿cuáles son? Hermana mía, estos golpes de escalpelo son las sombras, los temores, las tentaciones, las aflicciones de espíritu, los temblores espirituales con algún aroma de desolación y también de malestar físico.
Agradece, por lo tanto, a la infinita piedad del Padre eterno, que así está tratando tu alma, porque destinada a la salvación.
(19 de mayo de 1914, a Raffaelina Cerase – Ep. II, p. 87)

Toda tu vida se vaya gastando en la aceptación de la voluntad del Señor, en la oración, en el trabajo, en la humildad, en dar gracias al buen Dios. Si volvieras a sentir que la impaciencia se instala en ti, recurre inmediatamente a la oración; recuerda que estamos siempre en la presencia de Dios, al que debemos dar cuenta de cada una de nuestras acciones, buenas o malas. Sobre todo, dirige tu pensamiento a las humillaciones que el Hijo de Dios ha sufrido por nuestro amor. El pensamiento de los sufrimientos y de las humillaciones de Jesús quiero que sea el objeto ordinario de tus meditaciones. Si practicas esto, como estoy seguro que lo haces, en poco tiempo experimentarás sus frutos saludables. Una meditación así, bien hecha, te servirá de escudo para defenderte de la impaciencia, aunque el dulcísimo Jesús te mande trabajos, te ponga en alguna desolación, quiera hacer de ti un blanco de contradicción.
(6 de febrero de 1915, a Anita Rodote – Ep. III, p. 54)

Y es solamente en virtud de semejante nombre que nosotros podemos esperar salvación, justo como los apóstoles lo declararon ante los judíos: «no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres por el que nosotros debamos salvarnos».
El Padre eterno quiso sujetar todas las criaturas a él: «al nombre de Jesús toda rodilla se doble en los cielos, en la tierra y en los abismos». Según el apóstol, y así es. Jesús es adorado en el cielo: a este nombre divino, conmovidos por gratitud y amor, los bienaventurados en el cielo no terminan de repetir lo que el evangelista Juan vio en una visión: «Cantan – dice él – un cántico nuevo diciendo: Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos porque fuiste degollado y compraste para Dios con tu sangre».
Este nombre santísimo es venerado en la tierra, porque todas las gracias que pedimos en el nombre de Jesús, son plenamente concedidas por el Padre eterno: «Y todo lo que pidáis – nos dice el Maestro divino – en mi nombre, al Padre, yo lo haré». Este nombre divino es venerado, quien lo podría creer, también en el infierno: porque ese nombre es el terror de los demonios, que por él se encuentran vencidos y abatidos: «en mi nombre expulsarán demonios».
 (4 de noviembre de 1914, a Raffaelina Cerase – Ep. II, p. 217)

SANTUARIO SAN PADRE PIO LE CAMPANE

SANTUARIO SAN PADRE PIO LE CAMPANE 

 La campana dedicata a Padre Pio: è la terza, porta l’iscrizione “Pius sum ego pie ad Christum advoco” (Io sono Pio e piamente attiro a Cristo), pesa 8 quintali e suona in Mi. Padre Pio non ha mai cercata di essere il traguardo o la destinazione finale; è stato sempre scala o cammino per salire o arrivare a Cristo. Nell’accoglienza pastorale ai pellegrini che arrivano ai luoghi di Padre Pio e nel far risuonare la voce di Padre Pio in modo che continui ad essere così forte che si senta in ogni angolo della terra, l’obiettivo dev’essere sempre lo stesso: non padre Pio, ma Cristo; anzi, si deve fare in modo che siano molti coloro che amano, invocano, imitano Padre Pio affinché, tramite lui, siano molti coloro che amano, invocano, imitano la Vergine Maria, per miglio amare, invocare ed imitare Cristo. 

SANTUARIO SAN PADRE Pío LAS CAMPANAS 

La campana dedicada al Padre Pío: es la tercera, trae la inscripción “Pius sum ego pie ad Christum advoco” (Yo soy Pío y piamente atraigo a Cristo), pesa 8 toneladas y toca en mi. El Padre Pío nunca trató de ser la meta o el destino final; siempre ha sido escalera o camino para subir o llegar a Cristo. En la recepción pastoral a los peregrinos que llegan a los lugares del padre pío y al hacer sonar la voz del padre pío para que siga siendo tan fuerte que se sienta en cada rincón de la tierra, el objetivo debe ser siempre el mismo: no padre pío, sino Cristo; De hecho, hay que hacer que sean muchos los que aman, invocan, imitan al Padre Pío para que, a través de él, sean muchos los que aman, invocan, imitan a la Virgen María, por milla amar, invocar e imitar a Cristo.




MES DE MAYO



1. Al pasar frente a una imagen de la Virgen, debemos decir:
«Te saludo, María.
Saluda a Jesús de mi parte. »

2. Escucha, mami, te amo más que a todas las criaturas de la tierra y el cielo ... después de Jesús, por supuesto ... pero te amo.

3. Hermosa mamá, querida mamá, sí, eres hermosa. Si no hubiera fe, los hombres te llamarían diosa. Tus ojos son más brillantes que el sol; eres hermosa mami, me glorío en eso, te amo, deh! ayudarme.

4. Que María sea la estrella, para que puedas aligerar el camino, mostrarte el camino seguro para ir al Padre celestial; es a qué ancla, a la que debe unirse cada vez más estrechamente en el momento del juicio.

5. Que María sea la razón de tu existencia y te guíe hacia el puerto seguro de la salud eterna. Que ella sea tu dulce modelo e inspiradora en la virtud de la santa humildad.

6. Si Jesús se manifiesta, agradézcale; y si te escondes, dale las gracias también: todo es una broma de amor.
Que la Virgen misericordiosa y piadosa continúe obteniendo de ti la inefable bondad del Señor, la fuerza para sostener hasta el final muchas pruebas de caridad que él te da. Espero que vengas a expirar con Jesús en la Cruz; y puede exclamar dulcemente en él: "Consummatum est".

7. Oh María, muy dulce madre de sacerdotes, mediadora y dispensadora de todas las gracias, desde el fondo de mi corazón te lo ruego, te ruego y te ruego que agradezcas hoy, mañana, siempre, a Jesús, el bendito fruto de tu vientre.

8. La humanidad quiere su parte. Incluso María, la Madre de Jesús, sabía que a través de su muerte se trabajó la redención de la humanidad, pero ella misma lloró y sufrió, y cuánto sufrió.

9. Que María convierta todos los dolores de la vida en alegría.

10. No se dedique tanto a la actividad de Marta como para olvidar el silencio o el abandono de María. Que la Virgen, que concilia ambas oficinas tan bien, sea de dulce modelo e inspiración.

11. María infla y perfuma tu alma con nuevas virtudes y coloca su mano materna sobre tu cabeza.
Aférrate cada vez más a la Madre celestial, porque es el mar a través del cual se alcanzan las orillas del esplendor eterno en el reino del amanecer.

12. Recuerda lo que sucedió en el corazón de nuestra Madre celestial al pie de la cruz. Estaba petrificada ante el Hijo crucificado por la exuberancia del dolor, pero no se puede decir que fue abandonada por él. De hecho, ¿cuándo la amaba más que sufrir y no podía ni llorar?

13. No te alejes del altar sin derramar lágrimas de dolor y amor por Jesús, crucificado por tu salud eterna.
Nuestra Señora de los Dolores te hará compañía y será de dulce inspiración.

14. Hijo, no sabes lo que produce la obediencia. Aquí: para un sí, para un solo sí, fiat secundum verbum tuum, para hacer la voluntad de Dios, María se convirtió en madre del Altísimo, profesando su sierva, pero conservando la virginidad que era querida por Dios y por ella.
Por eso sí, pronunciado por María santísima, el mundo obtuvo la salvación, la humanidad fue redimida.
También siempre hacemos la voluntad de Dios y siempre decimos sí al Señor.

15. Nosotros también regenerados en el santo bautismo corresponden a la gracia de nuestra vocación en imitación de nuestra Madre Inmaculada, aplicándonos sin cesar en el conocimiento de Dios para siempre conocerlo mejor, servirlo y amarlo.

16. Mi madre, en lo profundo de mí, ese amor que ardía en tu corazón por él, en mí que, cubierto de miserias, admira en ti el misterio de tu inmaculada concepción, y que deseo ardientemente que por eso purifiques mi corazón. amar a mi Dios y a ti, purificar la mente para afirmarlo y contemplarlo, adorarlo y servirlo en espíritu y verdad, purificar el cuerpo para que sea su tabernáculo menos indigno de poseerlo cuando se digna venir a mí en santa comunión.

17. Padre, hoy es Nuestra Señora de los Dolores: dime una palabra. Respuesta: La Virgen de los Dolores nos ama, nos dio a luz con dolor y amor.
Nuestra Señora de los Dolores nunca se aparta de tu mente y sus dolores están impresos en tu corazón; enciéndelo con amor por ella y por su Hijo.

18. Me gustaría tener una voz tan fuerte para invitar a los pecadores de todo el mundo a amar a Nuestra Señora. Pero como esto no está en mi poder, recé, y rezaré a mi angelito para que realice este oficio por mí.

19. Después de la ascensión de Jesucristo al cielo, María ardía continuamente con el deseo más vivo de reunirse con él. Sin su divino Hijo, ella parecía estar en el exilio más duro.
Aquellos años en los que tuvo que separarse de él fueron para ella el martirio más lento y doloroso, el martirio de amor que la consumió lentamente.


20. Jesús, quien reinó en el cielo con la humanidad más santa que había tomado de las entrañas de la Virgen, también quería que su Madre no solo con su alma, sino también con su cuerpo se reuniera con él y compartiera su gloria por completo.
Y esto era bastante correcto y correcto. Ese cuerpo que no había sido esclavo del diablo y del pecado por un instante tampoco debía ser esclavo de la corrupción.

21. Intenta ajustarte siempre y en todo a la voluntad de Dios en cada evento, y no tengas miedo. Esta conformidad es la forma segura de llegar al cielo.

22. Padre, enséñame un atajo para llegar a Dios.
- El atajo es la Virgen.

23. Padre, al rezar el Rosario ¿debo tener cuidado con el Ave o el misterio?
- En el Ave, saluda a la Virgen en el misterio que contemplas.
Se debe prestar atención a la Avenida, al saludo que le dirijas a la Virgen en el misterio que contemplas. En todos los misterios estuvo presente, a todos participó con amor y dolor.

24. Haz la penitencia para pensar dolorosamente en las ofensas cometidas contra Dios; la penitencia de ser constante en el bien; La penitencia para luchar contra tus defectos.

25. La ciencia, hijo mío, por grandiosa que sea, siempre es algo pobre; es menos que nada comparado con el formidable misterio de la divinidad.
Otras formas que debes mantener. ¡Limpia tu corazón de toda pasión terrenal, humíllate en el polvo y reza! Así seguramente encontrarás a Dios, quien te dará serenidad y paz en esta vida y dicha eterna en la otra.

26. ¿Has visto un campo de trigo completamente maduro? Podrá observar que algunas orejas son altas y exuberantes; otros, sin embargo, están doblados en el suelo. Intenta tomar lo alto, lo más vano, verás que estos están vacíos; si, por otro lado, tomas el más bajo, el más humilde, estos están llenos de frijoles. De esto puedes deducir que la vanidad está vacía.

27. Debemos hacer grandes esfuerzos para convertirnos en santos y prestar grandes servicios a Dios y al prójimo.

28. Convirtámonos en santos, así que después de estar juntos en la tierra, siempre estaremos juntos en el paraíso.

29. ¡Oh Dios! Hazte sentir cada vez más en mi pobre corazón y completa en mí el trabajo que comenzaste. Escucho íntimamente una voz que me dice asiduamente: santifica y santifica. Bueno, mi querido, lo quiero, pero no sé por dónde empezar. Ayúdame también; Sé que Jesús te ama mucho y te lo mereces. Entonces háblale por mí, para que me dé la gracia de ser un hijo menos digno de San Francisco, que puede ser un ejemplo para mis hermanos para que el fervor continúe y crezca más y más en mí, para hacerme un capuchino perfecto. .

30. Por lo tanto, siempre sé fiel a Dios en el cumplimiento de las promesas que se le hicieron y no te preocupes por los movimientos de los insipientes. Sepa que los santos siempre se han burlado del mundo y de lo mundano y han puesto el mundo y sus máximas bajo sus pies.

31. El campo de lucha entre Dios y Satanás es el alma humana. Es en él que tiene lugar en cada momento de la vida. Es necesario que el alma dé libre acceso al Señor y sea fortalecido por él en todas partes con todo tipo de armas; deja que su luz lo irradie para luchar contra la oscuridad del error; que ella se vista con Jesucristo, con su verdad y justicia, con el escudo de la fe, con la palabra de Dios para vencer a enemigos tan poderosos. Para vestirse de Jesucristo, es necesario morir a uno mismo.


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