“Si puedes hablar al Señor en la oración, háblale, ofrécele tu alabanza; si por mucho cansancio no puedes hablar, no te disgustes en los caminos del Señor. Detenté en la habitación como los servidores en la corte y hazle reverencia. El te verá, le gustará tu presencia, favorecerá tu silencio y en otro momento encontrarás consuelo cuando él te tome de la mano”.
“Cuanta más amargura tengas, más amor recibirás”.
“Jesús quiere llenar todo tu Corazón”.
“Dios quiere que vuestra incapacidad sea la sede de su omnipotencia”.
“La fe es la antorcha que guía los pasos de los espíritus desolados”.
“En el tumulto de las pasiones y de las vicisitudes adversas nos sostenga la grata esperanza de la inagotable misericordia de Dios”.
“Ponga toda la confianza sólo en Dios”.
“El mejor consuelo es el que viene de la oración”.
“No temas por nada. Al contrario, considérate muy afortunado por haber sido hecho digno y participe de los dolores del Hombre-Dios”.
“Dios os deja en esas tinieblas para su gloria; aquí está la gran oportunidad de vuestro progreso espiritual”.
“Las tinieblas que a veces oscurecen el cielo de vuestras almas son luz: por ellas, cuando llegan, os creéis en la oscuridad y tenéis la impresión de encontraros en medio de un zarzal ardiendo. En efecto, cuando las zarzas arden, todo alrededor es una nubarrada y el espíritu desorientado teme no ver ni comprender ya nada. Pero entonces Dios habla y se hace presente al alma, que vislumbra, entiende, ama y tiembla”.
“Jesús mío, es el amor que me sostiene”.
“La felicidad sólo se encuentra en el cielo”.
“Cuando os veáis despreciados, haced como el Martín Pescador que construye su nido en los mástiles de las naves es decir, levantaos de la tierra, elevaos con el pensamiento y con el corazón hacia Dios, que es el único que os puede consolar y daros fuerza para sobrellevar santamente la prueba”.
“Ten por cierto que cuanto más crecen los asaltos del demonio tanto más cerca del alma está Dios”.
“Bendice el Señor por el sufrimiento y acepta beber el cáliz de Getsemani”.
“Sé capaz de soportar las amarguras durante toda tu vida para poder participar de los sufrimientos de Cristo”.
“El sufrimiento soportado cristianamente es la condición que Dios, autor de todas las gracias y de todos los dones que conducen a la salvación, ha establecido para concedernos la gloria”.
“Recuerda que no se vence en la batalla si no es por la oración; a ti te corresponde la elección”.
“La oración es la mejor arma que tenemos; es una llave que abre el corazón de Dios”