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Padre Pío: un crucificado sin cruz.

Durante 50 años llevó en su cuerpo los estigmas de Cristo. Los estigmas del Padre Pío eran heridas profundas en el centro de las manos, de los pies y el costado izquierdo. Tenía manos y pies literalmente traspasados y le salía sangre viva de ambos lados, haciendo del Padre Pío el primer sacerdote estigmatizado en la historia de la Iglesia.




¿Quién es Padre Pío?. El Santo de los Estigmas de Cristo

¿Quién es Padre Pío?. El Santo de los Estigmas de Cristo

Este seguidor de San Francisco de Asís nació en Pietrelcina el 25 de mayo de 1887, fué bautizado al día siguiente recibiendo el nombre de Francisco. A los 12 años recibió el Sacramento de la Confirmación y la Primera Comunión. El 6 de enero de 1903, cuando contaba con 16 años, entró en el noviciado de la orden de los Frailes Menores Capuchinos en Morcone, donde el 22 del mismo mes vistió el hábito franciscano y recibió el nombre de Fray Pío.

Un acontecimiento que marcó intensamente la vida de Padre Pío fue lo que aconteció la mañana del 20 de setiembre de 1918, cuando rogando delante del crucifijo del coro de la vieja iglesia, el Padre Pío tuvo el maravilloso regalo de los estigmas. Los estigmas o heridas en manos, pies y costado fueron visibles y quedaron abiertas, frescas y sangrantes por medio siglo. Cincuenta años experimentando la humildad, la oración, el sufrimiento, el sacrificio.

El momento cumbre de su actividad apostólica era aquél en el que celebraba la Santa Misa. Los fieles que participaban en la misma percibían la altura y profundidad de su espiritualidad.
En el orden de la caridad social se comprometió en aliviar los dolores y las miserias de tantas familias, especialmente con la fundación de la Casa del Alivio del Sufrimiento, inaugurada el 5 de mayo de 1956.

Expresó el máximo de su caridad hacia el prójimo acogiendo, por más de 50 años, a muchísimas personas que acudían a su ministerio y a su confesionario, recibiendo su consejo y su consuelo. Era como un asedio: lo buscaban en la iglesia, en la sacristía y en el convento. Y él se daba a todos, haciendo renacer la fe, distribuyendo la gracia y llevando luz. Pero especialmente en los pobres, en quienes sufrían y en los enfermos, él veía la imagen de Cristo y se les entregaba.

Brilló en él la luz de la fortaleza. Comprendió bien pronto que su camino era el de la Cruz y lo aceptó inmediatamente con valor y por amor. Experimentó durante muchos años los sufrimientos del alma. Durante años soportó los dolores de sus llagas con admirable serenidad.
Cuando tuvo que sufrir investigaciones y restricciones en su servicio sacerdotal, todo lo aceptó con profunda humildad y resignación. Ante acusaciones injustificadas y calumnias, siempre calló confiando en el juicio de Dios, de sus directores espirituales y de la propia conciencia.

La muerte lo sorprendió preparado y sereno el 23 de septiembre de 1968, a los 81 años de edad. En los años siguientes a su muerte, la fama de santidad y de milagros creció constantemente, llegando a ser un fenómeno eclesial extendido por todo el mundo.
En Abril del presente año fue exhumado su cuerpo para el reconocimiento canónico con motivo del 40º aniversario de su fallecimiento, el cual está siendo expuesto ante la multitud de fieles que se congregan en San Giovanni Rotondo.

Padre Pío: un crucificado sin cruz.











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