Hoy mi padre del mundo se ha marchado;
de improviso el deceso le llegó;
con mutismo, de aquí se despidió
esa noche de impacto inesperado.
Del Trono del Señor sí fue un llamado
que en vuelo angelical se lo llevó;
a su diestra, el Señor lo convidó,
de su gloria, a vivir iluminado.
Tus dolientes de aquí te despidieron,
y un dolor, por tu ausencia, lo sintieron
al dejar con tu adiós un desconsuelo...
¡Que seas muy feliz en tu morada!.
¡Que está tu alma en gozo, acompañada,
con Cristo Redentor, allá en el cielo!.
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