UN MINUTO CON EL PADRE PIO


Así describió el Padre Pío, en sus cartas a su director espiritual el éxtasis con el cual recibió las heridas de Jesús Cristo: "Sentí, poco a poco, que me elevaba a una oración siempre más suave... de pronto una gran luz me deslumbró y se me apareció Cristo, que sangraba por todas partes".


"Cuando volví en mí, me encontré en el suelo y llagado. Las manos, los pies y el costado me sangraban".


"Me sentía a morir, y hubiera muerto si el Señor no hubiera venido a sostenerme el corazón que sentía palpitar fuertemente en mi pecho. Me recosté y recé, mire otra vez mis llagas y lloré, elevando himnos de agradecimiento a Dios".



"Reza, espera y no te preocupes. La preocupación es inútil. Dios es misericordioso y escuchará tu oración... La oración es la mejor arma que tenemos; es la llave al corazón de Dios. Debes hablarle a Jesús, no solo con tus labios sino con tu corazón. En realidad, en algunas ocasiones debes hablarle solo con el corazón" -Padre Pío


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