El Padre Pío decía “nunca se canse de orar, la oración es la mejor arma que tenemos y la clave del corazón de Dios”.
En el 2002 cuando la canonización de San Pío de Pietrelcina ya había 2700 grupos de oración del Padre Pío en todo el mundo, que luego se multiplicaron después de este reconocimiento de la iglesia.
El padre Pío también fue un campeón contra el aborto.
El creía que no sólo era un asesinato de un ser humano indefenso sino un suicidio para el mundo.
Incluso el padre Pellegrino Funicelli cuenta que el Padre Pío un día negó la absolución a una mujer porque ella se había sometido voluntariamente al aborto.
El padre Pellegrino le preguntó por qué había sido tan riguroso con esta pobre desgraciada.
Y Pío respondió que “el día que la gente pierda su horror por el aborto será el día más terrible para la humanidad, porque el aborto no es un homicidio contra un inocente solamente, sino también un suicidio y se cometen entonces dos crímenes en un mismo acto”.
Entonces Padre Pellegrino le preguntó porque le llamaba un suicidio.
Y San Pío le respondió que “el suicidio de la raza humana será entendida por los que van a ver la tierra poblada por ancianos y despoblada de niños, quemada como un desierto”.
Evidentemente el Padre Pío estaba adelantando lo que está empezando a suceder en el mundo, especialmente en los países desarrollados, que no pueden reponer con nuevos nacimientos a la población que muere.
Y eso les está sumiendo en una crisis para conseguir mano de obra, de costos mayores de la salud y de imposibilidad para hacer frente a las jubilaciones, porque cada vez hay más jubilados por cada trabajador activo.
Sin embargo estás posiciones que están refrendadas por la realidad se están debilitando en el Vaticano, porque hay indicios que podrían revertir la tradicional posición católica pro vida y conducir a la normalización de la anticoncepción y el aborto.
Ya hay obispos pro aborto, y otros que sin decirlo directamente, no apoyan las manifestaciones de los grupos pro vida.
El padre Pío fue además un gran confesor, que podía leer el corazón de los penitentes e incluso negar la absolución si el penitente mostraba signos insuficientes de contrición, como en el caso que mencionamos de la mujer que abortó.
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