LA ESPIRITUALIDAD DE LA CRUZ

 La doctrina del sufrimiento purificador y la teología del dolor salvífico es el tema de fondo de la enseñanza del padre Pío en la dirección de las almas. Constituye su empeño personal en la subida hacia la santidad. Es un programa vivido y propuesto porque hunde sus raíces en el Evangelio y se refleja en la vida y en la doctrina de Cristo. A simple vista impresionan los estigmas exteriores del padre Pío. Sin embargo, desde el punto de vista teológico, el fenómeno no es importante por su aspecto clínico, sino más bien por, su transfiguración total en Cristo crucificado y resucitado. La cruz, ocupa un lugar central en la vida del cristiano; y el estigmatizado lo comprendió, vivió y propuso. Su idea es clara sobre el Plan salvífico de Dios, que gira en torno a la cruz de Cristo redentor. El cristiano, comprometido seriamente en su propia santificación, debe aceptar ese mensaje, imitar ese estilo de vida, encontrarse vitalmente con Cristo crucificado, con sencillez. La cruz llevada por Cristo es la expresión más real y auténtica de la pertenencia a su reino. Sólo se es cristiano de verdad en la medida en que se acepta la cruz como opción fundamental de vida: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame. Porque quien quiera salvar su vida, la perderá, pero quien pierda su vida por mí, la encontrará» (Mt 16,24).









Padre Pío: un crucificado sin cruz.

Durante 50 años llevó en su cuerpo los estigmas de Cristo. Los estigmas del Padre Pío eran heridas profundas en el centro de las manos, de los pies y el costado izquierdo. Tenía manos y pies literalmente traspasados y le salía sangre viva de ambos lados, haciendo del Padre Pío el primer sacerdote estigmatizado en la historia de la Iglesia.




¿Quién es Padre Pío?. El Santo de los Estigmas de Cristo

¿Quién es Padre Pío?. El Santo de los Estigmas de Cristo

Este seguidor de San Francisco de Asís nació en Pietrelcina el 25 de mayo de 1887, fué bautizado al día siguiente recibiendo el nombre de Francisco. A los 12 años recibió el Sacramento de la Confirmación y la Primera Comunión. El 6 de enero de 1903, cuando contaba con 16 años, entró en el noviciado de la orden de los Frailes Menores Capuchinos en Morcone, donde el 22 del mismo mes vistió el hábito franciscano y recibió el nombre de Fray Pío.

Un acontecimiento que marcó intensamente la vida de Padre Pío fue lo que aconteció la mañana del 20 de setiembre de 1918, cuando rogando delante del crucifijo del coro de la vieja iglesia, el Padre Pío tuvo el maravilloso regalo de los estigmas. Los estigmas o heridas en manos, pies y costado fueron visibles y quedaron abiertas, frescas y sangrantes por medio siglo. Cincuenta años experimentando la humildad, la oración, el sufrimiento, el sacrificio.

El momento cumbre de su actividad apostólica era aquél en el que celebraba la Santa Misa. Los fieles que participaban en la misma percibían la altura y profundidad de su espiritualidad.
En el orden de la caridad social se comprometió en aliviar los dolores y las miserias de tantas familias, especialmente con la fundación de la Casa del Alivio del Sufrimiento, inaugurada el 5 de mayo de 1956.

Expresó el máximo de su caridad hacia el prójimo acogiendo, por más de 50 años, a muchísimas personas que acudían a su ministerio y a su confesionario, recibiendo su consejo y su consuelo. Era como un asedio: lo buscaban en la iglesia, en la sacristía y en el convento. Y él se daba a todos, haciendo renacer la fe, distribuyendo la gracia y llevando luz. Pero especialmente en los pobres, en quienes sufrían y en los enfermos, él veía la imagen de Cristo y se les entregaba.

Brilló en él la luz de la fortaleza. Comprendió bien pronto que su camino era el de la Cruz y lo aceptó inmediatamente con valor y por amor. Experimentó durante muchos años los sufrimientos del alma. Durante años soportó los dolores de sus llagas con admirable serenidad.
Cuando tuvo que sufrir investigaciones y restricciones en su servicio sacerdotal, todo lo aceptó con profunda humildad y resignación. Ante acusaciones injustificadas y calumnias, siempre calló confiando en el juicio de Dios, de sus directores espirituales y de la propia conciencia.

La muerte lo sorprendió preparado y sereno el 23 de septiembre de 1968, a los 81 años de edad. En los años siguientes a su muerte, la fama de santidad y de milagros creció constantemente, llegando a ser un fenómeno eclesial extendido por todo el mundo.
En Abril del presente año fue exhumado su cuerpo para el reconocimiento canónico con motivo del 40º aniversario de su fallecimiento, el cual está siendo expuesto ante la multitud de fieles que se congregan en San Giovanni Rotondo.

Padre Pío: un crucificado sin cruz.











DIOS DE BONDAD Y DE AMOR


Dios mío, aunque me cuesta te digo una vez más:
hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo!

Te ofrezco mis sufrimientos
y los uno a los de tu Hijo Jesucristo
y a los de tu siervo fiel el Santo Padre Pío.
Te ruego por todos los que me ayudan
y por todos los que sufren como yo.








Oración desde la enfermedad

Dios de bondad y de amor,
la enfermedad me ha visitado,
me ha alejado de mi trabajo y de mi familia,
me ha llenado de dolor y sufrimiento.

Es una experiencia dura, mi Señor,
una realidad difícil de aceptar,
algo para lo que no estaba preparado.

Siguiendo el ejemplo del santo Padre Pío,
quiero agradecerte por mi enfermedad,
quiero aceptarla como una oportunidad que me das
de conocer mi fragilidad y la precariedad de la vida,
y como un remedio para librarme del orgullo.

Ahora veo lo mismo que antes,
pero con nuevos ojos,
puedo vislumbrar la realidad detrás de la apariencia,
puedo descubrir que en realidad lo que tengo y soy,
no me pertenece absolutamente.

Estoy aprendiendo a depender de los demás,
a hacer cada vez menos por mis propios medios,
a callar, a llorar en silencio, a agradecer.

Estoy descubriendo qué es la soledad y la angustia,
pero también redescubro el afecto, el amor, la amistad.

Dios mío, aunque me cuesta te digo una vez más:
hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo!




















Oración por la conversión de los pecadores

Señor, te pido la conversión de los que, como yo, son pecadores.
Quiero unirme, junto al Santo Padre Pío,
a tu deseo de salvación universal,
solidarizándome con mis hermanos
y emprendiendo con ellos un camino de sincera conversión.

Dame la gracia de cumplir tus mandamientos
alimentando al hambriento, dando de beber al sediento,
vistiendo al desnudo, alojando al forastero,
visitando al enfermo y al encarcelado,
descubriéndote y respetándote en la obra de tus manos.

Cambia mi forma de pensar y de sentir,
porque muchas veces no parezco hijo tuyo.
Y permíteme disfrutar al final de los tiempos
del banquete que tienes preparado
no sólo para los que te conocen y sirven,
sino también para aquellos que no han tenido esa gracia
y que, a pesar de no saberlo, también son hijos tuyos.












El confesor del Papa que conoció al Padre Pío y será Cardenal a los 96 años

El fraile franciscano nació en 1927 en Federación, en la Provincia de Entre Ríos, pero desde hace muchos años se desempeña como confesor en ...