LA ESPIRITUALIDAD DE LA CRUZ

 La doctrina del sufrimiento purificador y la teología del dolor salvífico es el tema de fondo de la enseñanza del padre Pío en la dirección de las almas. Constituye su empeño personal en la subida hacia la santidad. Es un programa vivido y propuesto porque hunde sus raíces en el Evangelio y se refleja en la vida y en la doctrina de Cristo. A simple vista impresionan los estigmas exteriores del padre Pío. Sin embargo, desde el punto de vista teológico, el fenómeno no es importante por su aspecto clínico, sino más bien por, su transfiguración total en Cristo crucificado y resucitado. La cruz, ocupa un lugar central en la vida del cristiano; y el estigmatizado lo comprendió, vivió y propuso. Su idea es clara sobre el Plan salvífico de Dios, que gira en torno a la cruz de Cristo redentor. El cristiano, comprometido seriamente en su propia santificación, debe aceptar ese mensaje, imitar ese estilo de vida, encontrarse vitalmente con Cristo crucificado, con sencillez. La cruz llevada por Cristo es la expresión más real y auténtica de la pertenencia a su reino. Sólo se es cristiano de verdad en la medida en que se acepta la cruz como opción fundamental de vida: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame. Porque quien quiera salvar su vida, la perderá, pero quien pierda su vida por mí, la encontrará» (Mt 16,24).









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