su amor especial




















































El Padre Tiberio Munari nos explica la Espiritualidad mariana de Padre Pío, en su libro, con las siguientes palabras: La devoción de su infancia Un verdadero retrato de Padre Pío estaría incompleto si no se diera el debido realce a su devoción mariana. Cuando niño, Francisco entraba en la iglesia de Pietrelcina a saludar a la Virgen de la “Libera”. En 1901, cuando tenía 14 años, fue a visitar el santuario de nuestra Señora del Rosario de Pompeya, con otros 7 compañeros de escuela y acompañados por el maestro Don Ángel. El 6 de mayo de 1913 escribe al P. Agustín, su director espiritual: “Esta Madre tan tierna, en su gran misericordia, sabiduría y bondad ha querido verter en mi corazón tantas y tales gracias que, cuando me hallo en su presencia y en la de Jesús, me siento estrechamente unido y ligado al Hijo por medio de esta Madre!”. El Mes de mayo dedicado a María El Padre Pío llamaba el mes de mayo: “el mes de la hermosa mamita”. El 1 de mayo de 1912, él escribía a su padre espiritual: “¡oh el hermoso mes de mayo! El más bonito del año. Si, padre mío ¡este mes nos recuerda muy bien las dulzuras y la belleza de María! Pensando en los muchos beneficios que me ha hecho esta querida Mamita, tengo vergüenza de mí mismo por no haberla amado y servido lo bastante: en cambio, a sus cuidados afectuosos he respuesto con ingratitudes” “El mes de mayo para mí es el mes de las gracias y este año espero recibir dos: que me recoja consigo para no seguir viendo esas caras feas (demonios); la otra, usted la conoce. Quisiera tener una voz poderosa para invitar a todos los pecadores del mundo a amar a la Virgen” Para mostrar su devoción a la Virgen y obtener más fácilmente sus gracias, él le ofrece sus sacrificios. El 21 de julio de 1913, escribe al padre espiritual: “Le pido el permiso de abstenerme de la fruta el miércoles en honor de la Virgen” y el 6 de enero de 1917 le pide el permiso de ayunar dos veces por mes, una vez en honor de la Virgen y la otra en honor de San Antonio. “Su amor a la Virgen era muy grande -cuenta un sacerdote-. Recuerdo que una vez le pedimos a Padre Pío, en la fiesta de la Asunción, un pensamiento sobre la Virgen para ese día. Se le iluminó el rostro y sollozando nos dijo:”Hijos míos amemos a la Virgen. Ella (y aquí se emocionó) es nuestra Madre”. También nosotros nos pusimos a llorar, confundidos y humillados ante a tanto amor”. Un día Cleonice Morcaldi, su hija espiritual, le preguntó a Padre Pío: – Padre, ¿la Virgen viene uno que otro día a su celda? -Mejor di -le contestó Padre Pío- si algún día no viene… -¿Se le aparece como en Lourdes?- siguió preguntando atrevida Cleonice -Eh, si. Allá se apareció ., pero aquí nada. -¡Oh qué paraíso, Padre” Dígame un pensamiento sobre la grandeza de María para que me anime a amarla. -¿No te basta saber que es Madre de Dios?¿Que todos los ángeles y santos no llegan a alabarla dignamente? Dios es el Padre del Verbo, María es la Madre del Verbo, hecho carne. Nada nos concede el Señor si no pasa por las manos de la Reina del Cielo. Si Dios es la fuente de agua viva, María es el acueducto que la lleva a nosotros. Ámala en la tierra y la contemplarás en el cielo.

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